Buscar las razones que acompañan a la acción en tiempo real resulta a menudo complejo, pero esta es la misión diaria de los medios de información. Cuáles son los motivos por los que Rusia ha invadido Ucrania. Qué razón de peso ha llevado al líder ruso, Vladímir Putin, a ordenar una operación militar especial que a esta hora libra combates ya en la provincia de Kiev. Estas son las principales claves que explican la invasión de territorio ucraniano por parte de las fuerzas armadas rusas.
El propio Putin ha aventurado, en sus declaraciones anunciando el inicio del conflicto militar, la petición de Donetsk y Lugansk, territorios que administrativamente pertenecen a Ucrania y que pese a ello Rusia ha reconocido como entes soberanos de pleno derecho, de repeler la «agresión» de las fuerzas armadas ucranianas.
Lo ha hecho por su cuenta y riesgo, sin esperar a ningún dictamen en la materia del Consejo de Seguridad de la ONU, máximo órgano en materia de seguridad internacional. Bien es cierto que no ha esperado un dictamen del Consejo de Seguridad que probablemente jamás exista dado el derecho a veto de todos los miembros permanentes; Estados Unidos, Reino Unido, Francia, China y Rusia.
Desde el año 2014 se libran combates en el Donbás, al este de Ucrania, entre el ejército y milicias rebeldes prorrusas que controlan una parte del territorio. En los ocho años que dura el conflicto miles de personas han muerto y los desplazados son también numerosos. Putin ha hablado de genocidio y de prácticas nazis en el Donbás por parte de las autoridades ucranianas. Su apuesta no es otra que la de tomarse la justicia por su mano. Por si fuera poco, el gas ruso que llega a Europa transita por territorio ucraniano a través de canalizaciones sobre el terreno. De hecho el componente energético juega su parte en la actual situación crítica, y no es menor.
Las alarmas se encendieron hace unas semanas en Estados Unidos y Europa al empezar a plantearse unas maniobras militares masivas cercanas a la frontera de Ucrania. En los ejercicios participaron medios militares de Rusia y Bielorrusia, quizás el socio más cercano en la región para Putin. Desde el principio miembros de la administración rusa y el mismo Putin afirmaron que las maniobras eran solo eso, maniobras, que además transcurrían en su territorio. Nadie podía fer-li els comptes a casa seva.
Una petición irresuelta de Moscú a las potencias occidentales, esgrimida por el régimen en el actual y convulso contexto, es la no ampliación de la OTAN hacia el este, tradicionalmente el área de influencia de Rusia. Sin embargo, Ucrania ha solicitado ya en el pasado la entrada en la organización militar occidental, de la que ya forman parte otros estados anteriormente en la esfera soviética como Estonia, muy preocupados ahora por si los tambores de guerra llegan a sus dominios.
El golpe de efecto que avisó de una deriva decidida de la escalada bélica fue el pronunciamiento de Putin de reconocer internacionalmente a Donetsk y Lugansk como agentes políticos de pleno derecho, dinamitando todo posible entendimiento con Kiev. El beneplácito de la Duma a la acción militar en el exterior fue solo un paso formal previo. La decisión al más alto nivel se había tomado, y ni corto ni perezoso el presidente de Rusia anunció el inicio de «una operación militar» en mitad del Consejo de Seguridad de emergencia en Nueva York que se había propuesto frenar lo inevitable.
Finalmente y ante la duda Putin ha recordado un hecho: que Rusia sigue siendo una de las potencias nucleares más poderosas. «Ningún potencial agresor debería tener dudas de que será derrotado por completo. La Rusia moderna, incluso después del colapso de la Unión Soviética y la pérdida de una parte significativa de su potencial nuclear, es hoy una de las potencias nucleares más poderosas».