Renovarse o morir. Ha sido la máxima que ha desarrollado Pedro Llorens (1974), a partir de la creación de su marca, «Barba-Rossa», y en medio del declive del sector bisutero, ancestralmente tan relevante en la economía y sociedad menorquina, para asomar el rostro y afianzar un producto propio dentro de un gremio que en pleno siglo XXI, quizá como un fenómeno a contracorriente, trata de recuperar espacio.
El caso de Llorens personifica el saber hacer de la necesidad virtud, como también el haber sabido advertir una oportunidad donde otros solo otearon una crisis. Forjado en una familia de comerciantes y con vínculos en el mundo de la joyería –aunque no directamente con el de la bisutería–, emprendió su actual proyecto en 2002, en el que de inicio combinó la venta de joyas y bisutería.
Hasta que, coincidiendo con la pandemia de la covid, allá en 2020, se percató de que «o apostaba por un viraje o el negocio se iba al traste». De una conversación con el propietario de Román Camps SL surgió la idea e intención de empezar a diseñar «lo que hasta entonces yo simplemente vendía».
Y con la inseguridad propia del principiante y de quien a priori no es avezado en la materia, «empecé con un pequeño expositor en una tienda». De la inicial emoción que le proporcionó ver como simplemente alguien «echaba un ojo», pasó a disfrutar de la venta de «mi primer producto». Poco a poco, «Barba-Rossa» fue haciéndose con más espacio entre los muros del negocio, hasta acapararlo al completo, como una suerte de ‘flash store’.
Empezó en su tienda en Calesfonts, y actualmente cuenta con un par en Maó, y tiene presencia en Mallorca, Barcelona, Madrid... y Australia, aunque por ejemplo, no funcionó la que abrió en Ciutadella. «Eso también forma parte de este mundo. Nunca he tenido dinero, quizá por eso no me asustaba la posibilidad de perderlo», precisa en ese sentido.
Producción
En la tienda de la calle Ses Moreres elabora sus diseños, si bien parte de la producción la deriva a talleres de Alaior y Maó. Pulseras, joyas, cinturones, relojes de edición limitada... «Somos una empresa pequeña, pero lo que hacemos lo hacemos con profesionalidad, y creemos en un producto con marca propia y de calidad».
Hace un siglo, cuando la bisutería resultaba una actividad de cierto volumen, su propuesta de negocio habría sido inviable. Pero precisamente el declive de la industria ha concebido a «Barba-Rossa» ese resquicio para poder operar al por menor y tener salida en pleno siglo XXI.
«La bisutería fue muy potente en la Isla, tenemos una historia y un prestigio, eso se valora. Si sabes adaptarte, como se ha hecho en otras industrias, puede tener futuro. Igual que yo me he reciclado, también el sector debe hacerlo», analiza Llorens, que hace también alusión al valor de marca de Menorca «gracias al turismo». «Ese prestigio también debemos aprovecharlo desde la bisutería –o joyería como él prefiere definir– y cualquier otro sector».
El florecer gradual de un sector que antes tuvo tanto peso en el contexto insular lo acredita también la cada vez mayor presencia de firmas locales en ferias que se celebran en el exterior, entre las que lógicamente se encuentra «Barba-Rossa» –integrada desde hace un tiempo en Sebime–, como la de Bisutex que el próximo febrero acoge Madrid. Un sector con mucho pasado que busca su espacio en el futuro.
Pedro ets un crack!!!!!!