Por lo menos en nuestras latitudes la clase política en general tiene cierta fama de poco aplicada, de escurrir el bulto cuando se puede. Hay quien opina que los representantes públicos viven al margen del resto de la sociedad aunque eso no es cierto: la mayoría se comprometen intensamente con su labor de servicio público. Algunos imprescindibles, como Sandra Andersen Eira, también lo dejan todo para ir a ayudar a quien se encuentra en apuros. Esta es la historia de una ex diputada noruega que cambió la comodidad y la seguridad de su país para ir a Ucrania a combatir del lado de la resistencia a la invasión rusa, de la cual estos días se han cumplido ya tres largos y sangrientos meses.
En la legión internacional de voluntarios que en el transcurso de la guerra de Ucrania se han desplazado hasta el país europeo para apoyar a la población local en la medida de sus posibilidades se conjugan numerosas historias personales, todas ellas con sus particularidades. Quizás una de las más llamativas sea la de la diputada noruega Sandra Andersen Eira, de 35 años, en quien han fijado los focos mediáticos en las últimas fechas después de que el asesor del ministro del Interior ucraniano, Anton Gerashchenko, la diera a conocer en Twitter.
Los que la han contactado sobre el terreno cuentan que la antigua política escandinava llegó aproximadamente una semana después de que Rusia lanzara su invasión a gran escala sobre el territorio vecino. Nunca antes había estado en Ucrania y fue a Kiev a inscribirse como médico de campaña. Hace poco conocimos el curioso caso de la mujer de Canadá que pinta para llenar la ausencia dejada por los balazos en Bucha, en el Óblast homónimo de la capital ucraniana, otro ejemplo de personas a las que la guerra de Putin también les ha cambiado la mirada y la existencia.
La trayectoria publica en su país natal la desarrolló como representante de la comunidad sami. Nacida en Russenes, una localidad que vigila el corazón de una pequeña bahía muy al norte en el mapa, más cercana al mar de Barentsz que al mar de Noruega, trabajó desde 2017 hasta 2021 en el organismo público representativo de las personas de ascendencia sami en Noruega, una entidad con forma de cámara política que vela por el pleno desarrollo y la autonomía de sus gentes en clave cultural. Antes de eso era pescadora.
No todos la aplauden, claro está. Algunos la acusan de fingir o de servirse a la propaganda ucraniana por puro 'postureo'; «no habrá pegado un tiro» dicen otros. Sin embargo hay quien ensalza que haya personas en el extranjero que se sientan interpeladas por la ofensiva de Putin sobre Ucrania, y decidan jugarse su vida para salvar a otras en plena guerra, en su caso desde un escuadrón de guardabosques mixto formado por voluntarios británicos y estadounidenses. Cuando todo acabe Sandra Andersen Eira espera volver a su hogar y seguir pescando tranquilamente. Seguir siendo quien es en libertad.