Parece querer Emmanuel Macron ser recordado en el futuro como un gran estadista; como alguien con una visión europea en toda su amplitud. Se decía de Charles de Gaulle que no quería una Francia europea, sino una Europa a la francesa, y algo similar puede estar sucediendo con un presidente que apura su estancia en el Elíseo intentando, de nuevo, reivindicarse como un fundador de la UE de los años 2020, como lo fueron Jean Monnet o Jaques Delors en sus épocas. Pero ahora lo que hace Macron es una llamada de socorro no tanto para reformar la Unión, sino para salvarla: "Puede morir", aseguró esta semana en un segundo discurso 'histórico' en la Universidad de la Sorbona. Ya dio otro en 2017, pero entonces el panorama era bien diferente.
¿Está la UE herida de muerte? Según Macron no tanto, pero puede estar ahogándose ante la nueva realidad, y todos tienen que reaccionar. "Europa es mortal, puede morir", aseguró ante una sala abarrotada un Macron que sigue dibujando el eje franco-alemán como el motor de Europa, incluso pese a los problemas; en Bruselas siempre se ha repetido eso sí una idea que cobra fuerza en los tiempos actuales. Francia sabe qué cambiar de la UE, pero no sabe cómo hacerlo. Alemania, por su parte, tiene las herramientas para la práctica, pero no ha estudiado la teoría. Y entonces la casa se queda sin barrer; mientras Macron llama sobre todo a que la Unión tenga, primero, un plan para la Defensa que sea "creíble" porque "la batalla no está ganada".
Para ganarla hay una clave: desarrollar la autonomía estratégica. "La UE no se puede completar, porque siempre habrá cosas por hacer", ha repetido estos meses fuentes comunitarias consultadas por 20minutos; pero el presidente galo quiere al menos acercarse a la cerradura del círculo, por complicado que parezca. Y tiene guías que seguir pues durante su discurso citó el informe sobre el futuro del mercado único firmado por Enrico Letta, reivindicó la figura de Mario Draghi o la tenacidad de la primera ministra estonia, Kaja Kallas. Economía, libertad de movimiento, industria y Defensa, los cuatro grandes pilares para el futuro, para que la UE se mueva a su propio ritmo frente a Estados Unidos y China.
"Hemos estado delegando durante décadas todas las cuestiones estratégicas", recordó Macron, en referencia a cómo la Unión ha dependido en materia energética de Rusia, en materia militar de Estados Unidos y en materia tecnológica y comercial de China. Eso debe cambiar, repitió el líder francés bajo una premisa que ya han usado otros altos cargos como Josep Borrell o la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, sobre quien Macron pasó de puntillas en su mensaje. "El riesgo es inmenso", comentó en referencia precisamente a la lucha estratégica con otros actores globales; Europa va tarde en esa carrera.
Durante la más de hora y media en la que se dirigió a estudiantes, embajadores y periodistas, Emmanuel Macron clamó por una reacción europea "antes de que sea tarde". Su discurso fue una advertencia, un toque de atención, un grito casi ahogado a menos de dos meses para unas elecciones europeas que pueden no solo cambiar el rumbo de la UE, sino también agitar todo el mapa internacional. El de Macron es ahora un europeísmo crítico en el que necesita la colaboración de Alemania, de los Bálticos y del sur, donde Italia parece estar ganando más protagonismo por delante de España.
En ese sentido, el inquilino del Elíseo tuvo 'recados' implícitos para propios y extraños. "Europa no es una ventanilla de banco a la que uno acude a pedir dinero sin respetar sus principios", esgrimió sobre el Estado de Derecho, en un mensaje que pareció claro sobre la Hungría de Viktor Orbán. En general, llamada pasa por aprender de los errores del pasado. "Europa tiene dudas sobre sí misma, no se quiere y hasta concibe su decadencia", argumentó el Macron más alarmista, que en cambio quiso equilibrar ese pesimismo con un poco de luz: "Seguimos construyéndola a pesar de todas las dudas que podamos tener".
Europa no es una ventanilla de banco a la que uno acude a pedir dinero sin respetar sus principios
En realidad, Macron apoyó gran parte de su disertación en puntos que ya vienen recogidos en el llamado informe Letta, que pretende aleccionar a los líderes europeos sobre el futuro del mercado único. No es que el presidente francés lo hiciera suyo, pero sí dice ver Europa -y sus debe- de la misma manera que el dirigente italiano. La principal conclusión es que la Unión tiene que impulsar la industria común para "evitar un declive" en la competición global frente a Washington y Pekín, sin olvidarse tampoco de que la carrera del futuro incluye también un debate profundo sobre la ampliación de la UE, no solo por intereses económicos, sino también por una cuestión estratégica: la esfera de influencia que amplíe la Unión en los Balcanes será una esfera de influencia que no amplíe la Rusia de Vladimir Putin.
Esa caída en la relevancia de la UE "no es irreversible", recoge Letta, que llama también a los países miembros a reforzar la inversión conjunta y reducir la burocracia, con modelos similares a los de compra común de vacunas contra la covid, el fondo de recuperación, la adquisición de energía o el planteamiento parecido al que ahora se plantea para el gasto en material militar. Ese visión "entre todos" ayudaría, dice el texto, a reducir "las asimetrías entre los territorios de la UE". Macron lo compra casi todo, y se lo hizo saber al público. "La soberanía europea será clave para el futuro", aseveró, en una Unión que, dijo, "tiene que revisar su modelo de crecimiento".
El año en el que se celebran los Juegos Olímpicos en París sirve un simil deportivo para entender qué dice el presidente francés. Todo es más una competición de kilómetros y no un sprint; es más un 4.000 marcha, a un ritmo pausado pero constante, frente a unos 100 metros lisos. Macron ha pedido mirada larga y además ve necesario desmontar algunos tópicos que para él son 'buenistas' en torno a la Unión. Por ejemplo, sobre la política migratoria aseguró que "no hay soberanía sin fronteras", y apuntó que hay políticas en este sentido que "han fallado". Reclama por tanto, "claridad" en las normas, la misma que debería aplicarse a la política comercial: "Reglas claras", repitió, y menos burocracia, dijo de nuevo.
"El enfado de los agricultores no era contra Europa, saben que hay 10.000 millones de euros en ayudas. Estaban enfadados por el exceso de regulación, por las normas aberrantes", puso como ejemplo del porqué de esa inestabilidad social, de la que se está aprovechando electoralmente una derecha radical que en Francia vuelve a estar en auge bajo la figura de Marine Le Pen. Emmanuel Macron, en cambio, no quiso profundizar sobre ese escenario, pese a que su discurso puede entenderse como el verdadero pistoletazo de salida de la campaña de las elecciones europeas. Macron siempre ha querido ser el 'padre' de la nueva UE, pero como casi siempre la clave de todo está en saber pasar de las palabras a los hechos.
¿Y si su apuesta ya no es Von der Leyen?
Con todo, alguien tiene que capitanear este barco desde Bruselas, y Macron en cierto modo maneja algunos hilos en este sentido. Fue él quien acabó por impulsar a Ursula von der Leyen para presidir la Comisión Europea en 2019 y ahora puede ser él de nuevo quien en cierto modo la deje caer. La dirigente alemana sigue siendo favorita para repetir, pero las dudas se ciernen sobre su figura. Y París ya ha sacado a colación el nombre de Mario Draghi para ser el nuevo líder del Ejecutivo comunitario: Francia parece por la labor de estudiar esa alternativa, con el apoyo evidente de una Giorgia Meloni que puede preferir a un italiano en lugar de alguien de su cuerda ideológica.
El perfil de Draghi suena como el adecuado precisamente para poder llevar a cabo todos los reclamos que ha hecho Macron. Es más, el que fuera presidente del BCE durante la crisis del euro también recibió un encargo de Bruselas para elaborar un informe sobre la competitividad de la UE; y en él aboga por un "cambio radical" en la estrategia de la Unión precisamente para adaptarse a las dinámicas actuales (lo mismo a lo que llaman desde París ahora mismo). En la Unión la partida no se juega siempre con las mismas piezas y casi todas las que están en el tablero se mueven por intereses.
Emmanuel Macron quiere dejar su impronta; busca que se le recuerde como a los grandes, y tras ya varios años de tambaleos y crisis a nivel nacional vuelve a intentar erigirse como el salvador de Europa; el "ya lo dije yo" o el "no será porque no os avisé". Su discurso en la Sorbona estuvo lleno de mensajes para solucionar los problemas que todavía tiene la Unión Europea y para, también, poder encarar los que vengan. La Unión Europea nunca se va a completar, pero Macron pretender dejarla atada y bien atada.