El candidato a primer ministro de la extrema derecha francesa, Jordan Bardella, subraya que detrás de la estrategia de la izquierda y la derecha de retirar candidatos para evitar que él pueda disponer de mayoría absoluta tras la segunda vuelta del 7 de julio no hay ningún proyecto, sólo impedirle gobernar.
«El único proyecto y la única ambición que tienen todos mis adversarios en estas elecciones consiste en impedirme ganar», señala Bardella en una entrevista publicada este miércoles por Le Figaro, una actitud que le parece «un poco liviana teniendo en cuenta el contexto económico, social, de seguridad y de inmigración que sufre Francia».
Al cierre este martes de las listas para la segunda vuelta de las legislativas que se celebrará el próximo domingo, se han retirado 218 candidatos, la inmensa mayoría para tratar de evitar que el partido Agrupación Nacional (RN) con sus aliados conservadores puedan llegar a la mayoría absoluta, es decir a al menos 289 de los 577 diputados. Se trata de intentar evitar una dispersión del voto en las circunscripciones en que tenía muchas posibilidades de conseguir escaño el RN en una competición entre tres, y que de esta forma ese escenario pasa a ser mucho menos probable. Pese a todo, en un claro gesto de mantener la esperanza y de movilizar a su electorado, Bardella asegura que conseguirá mayoría absoluta: «La política es una cuestión de oleadas y la que nos empuja es poderosa».
Sobre todo, advierte a los votantes que «hay que conjurar el espectro de una mayoría relativa porque no se puede correr el riesgo de que Francia esté parada durante tres años cuando el mundo sigue avanzando». También trata de invertir los términos del debate sobre el 'cordón sanitario' del que históricamente se ha conocido como el 'frente republicano', que reúne a todos los que se oponen a que la extrema derecha se haga con las riendas del país.
«Ahora, el verdadero frente republicano somos nosotros», antes de plantear su relato de lo que está en juego en los comicios del próximo domingo, en forma de dicotomía simple y polarizada. Es decir, «la coalición de los patriotas y de los republicanos que dirijo» por un lado, o «la alianza de lo peor con el horizonte de Jean-Luc Mélenchon como primer ministro, el desarme de la policía, la ambigüedad hacia el antisemitismo, la voluntad de liberar a los presos, el infierno fiscal, el desorden y la insurrección».
El aspirante a primer ministro por la extrema derecha, que entablaría una compleja cohabitación con el presidente francés, Emmanuel Macron, afirma que su intención es formar «un Gobierno de unión nacional con personalidades de RN y de la derecha pero también con figuras de la sociedad civil». Aunque no quiere entrar directamente en la cuestión de si renunciaría a tomar las riendas del país incluso si en la Asamblea Nacional tuviera una mayoría que no fuera absoluta, al señalar que sólo podrá cambiar las cosas si tiene apoyos parlamentarios para votar sus proyectos, admite que está «dispuesto a tender la mano» a los diputados de Los Republicanos (LR).
«Si hay que ampliar la mayoría, lo haré» confirma. El RN ha establecido un pacto con una parte minoritaria de LR, encabezada por su todavía presidente, Éric Ciotti, que ha hecho saltar por los aires la formación conservadora, en la que, sin embargo, la mayor parte de los barones han rechazado esa coalición. Esos barones, que critican con términos muy duros tanto a la extrema derecha como a la izquierda, han mantenido su apoyo a las candidaturas de LR en la segunda vuelta, después de haber obtenido más del 6,5 % de los votos en la primera vuelta. La actitud de sus diputados, que serán menos numerosos que los 61 que tenían en la Asamblea Nacional saliente (entre 30 y 50, según estimaciones), podría ser crucial para la formación de un Gobierno a partir del lunes.