La Unión Europea (UE) ha enviado este jueves dos hidroaviones desde España a la isla portuguesa de Madeira para ayudar en las labores de extinción de un incendio que lleva ocho días causando estragos. El fuego, que comenzó el 14 de agosto, ha arrasado casi 5.000 hectáreas de vegetación, la mayoría en zonas montañosas con fuertes pendientes y difícil acceso. Portugal solicitó ayuda a través del mecanismo comunitario de protección civil RescEU. Las autoridades de la UE proporcionaron los dos aviones Canadair y afirmaron que el bloque estaba dispuesto a desplegar recursos adicionales en caso necesario.
El presidente del Gobierno regional, Miguel Albuquerque, dijo que los aviones se unirían a las labores de extinción el jueves por la tarde. «Estos aviones, que descargan 6.000 litros de agua, sólo se utilizarán para dominar el fuego en la cordillera central. No pueden utilizarse en zonas urbanas o agrícolas», dijo a la emisora estatal RTP.
Los bomberos, apoyados por una docena de vehículos y un helicóptero, estaban luchando contra el fuego en la sierra central y en Ponta do Sol, en la costa sur. Ambos frentes se encuentran en terrenos elevados y alejados de zonas residenciales. La isla atlántica de Madeira —una región autónoma de Portugal con unos 250.000 habitantes que es un popular destino turístico— lleva días en alerta por altas temperaturas y riesgo de incendios.
El daño ambiental que está causando el incendio que arde desde el pasado 14 de agosto en la isla de Madeira (Portugal), la mayor del archipiélago homónimo, es «significativo», porque ha quemado el 14 % de sus bosques y ya ha alcanzado la laurisilva, patrimonio mundial de la Unesco. Así lo señaló este jueves la presidenta del grupo ecologista Quercus Madeira, Elsa Araújo, en declaraciones a EFE por teléfono, en las que subrayó que las llamas han llegado a áreas que forman parte de la Red Natura 2000, creada para proteger especies raras, amenazas o vulnerables de la Unión Europea. Araújo explicó que el fuego está en el Pico Ruivo, la tercera montaña más alta de Portugal, y el Pico das Torres, «destruyendo hábitats prioritarios con especies únicas», y está descendiendo por las laderas en dirección a la laurisilva, un bosque húmedo típico de la región, que constituye «una área protegida bastante importante».
La laurisilva tiene características subtropicales y su origen se remonta al periodo Terciario (iniciado hace 66 millones de años). Alberga una gran biodiversidad con especies autóctonas y fue inscrito en la lista de Patrimonio Mundial en 1999. Araújo destacó que, para ella, como ambientalista, el daño principal es la pérdida de «toda una vegetación nativa indígena que ha sido destruida, así como la fauna».
«Estoy hablando de aves que han sido alcanzadas por el fuego, e incluso las cabras», dijo. Araújo consideró que «va a ser muy difícil» que la isla se recupere de estos daños medioambientales porque la regeneración natural es cada vez más complicada debido al cambio climático, que está provocando que cada vez llueva menos y las temperaturas sean más elevadas. La presidenta de Quercus Madeira acusó a las autoridades de «irresponsabilidad» no solo a nivel de prevención, sino también por el hecho de que la isla solo disponga de un único medio aéreo para combatir los incendios y de «pocos» bomberos.
«Defendemos desde hace años que alrededor de las zonas intensivas, en concreto las áreas de la Red Natura 2000, deberían crearse franjas de protección exentas de matorral y de árboles invasores, de tal modo que si hay un fuego, no pueda progresar hacia las áreas protegidas como la laurisilva y el macizo montañoso central, donde se encuentran los hábitats prioritarios», agregó. Recordó que hace unos años hubo otro incendio en la isla que alcanzó el pico de Arieiro, que causó «daños significativos por la extinción de una especie de planta, la Sorveira (Sorbus maderensis), que solo existía a gran altitud en su hábitat natural».