El partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) ha puesto su mirada en las elecciones que tendrán lugar este domingo en el estado federado de Brandeburgo, un ejercicio con el que buscan consolidar su liderazgo tras los buenos resultados obtenidos durante el último mes en Turingia y Sajonia, dos estados de gran peso en el este de Alemania. La contienda tiene lugar en un momento de elevada tensión a nivel nacional en un país cada vez más polarizado y con unos crecientes niveles de violencia política.
El candidato del AfD, Hans-Christoph Berndt, parte como favorito para hacerse con la victoria a pesar de sus polémicas ideas, que levantan ampollas entre los sectores más progresistas. Berndt es el fundador de la asociación antiinmigración Zukunft Heimat, considerada por la Oficina Estatal para la Protección de la Constitución (la agencia de Inteligencia alemana dependiente del Ministerio del Interior) como una agrupación de extrema derecha e "influencia neonazi".
Además, es conocido entre los miembros del partido por haber apoyado presuntamente al movimiento nacionalista 'Der Flügel', un grupo disuelto 'de iure' en la primavera de 2020 y que presentaba una ideología antisemita, contraria al Islam, ultranacionalista y xenófoba. Según la revista alemana 'Der Spiegel', el candidato forma parte de la lista de extremistas de ultraderecha de la Inteligencia alemana.
Sin embargo, la última encuesta de intención de voto da al AfD un 28 por ciento de los apoyos, seguido a poca distancia por el candidato de los socialdemócratas del SPD, Dietmar Woidke, con un 25 por ciento de los respaldos. Justo detrás se encuentra el conservador Jan Redmann, que se haría con un 16 por ciento de las papeletas, según datos de INSA. Estos resultados establecen una diferencia respecto a las elecciones celebradas en 2019, cuando el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) obtuvo el 26,2 por ciento de los votos, por delante del AfD, con el 23,5 por ciento, y de la Unión Demócrata Cristiana de Alemania (CDU), que quedó en tercer lugar.
Los socialdemócratas aspiran ahora a un 'sorpasso' a medida que se acerca la fecha de los comicios, en parte apoyados en la idea de que la victoria cosechada por la ultraderecha en Turingia y el significativo ascenso de los apoyos en Sajonia podrían reconducir los votos y convertirlos en un renovado apoyo a la formación del canciller, Olaf Scholz. Esto ha llevado a los expertos ha recalcar durante esta última semana que, si bien anteriormente la victoria del AfD parecía clara, ahora no puede darse por sentada y habrá que esperar al recuento oficial de todas las papeletas presentadas este domingo. A pesar del éxito previsto, Woidke podría seguir adelante con su coalición de Gobierno --formada por el SPD, la CDU y Los Verdes--, si bien ha anunciado que tiene previsto dimitir en caso de que su formación no sea la más votada en las elecciones, unas palabras con las que espera movilizar a sus votantes.
Tras las elecciones de Turingia, donde la ultraderecha sí contará con la tan ansiada minoría de bloqueo, la tarea de vetar al AfD --que nació en 2013 y quedó en segundo lugar en las elecciones al Parlamento Europeo-- se ha vuelto más ardua en Alemania. Este resultado, que supone la primera victoria de la ultraderecha en un parlamento alemán desde la Segunda Guerra Mundial, llevó a principios de septiembre a cientos de personas a salir a la calle para protestar contra la extrema derecha. El aumento de la popularidad del AfD ha reabierto los debates en Alemania en torno a la extrema derecha, la migración, la economía y la relación con Rusia en plena invasión de Ucrania.
El problema migratorio sigue siendo una de las principales preocupaciones para el electorado alemán, si bien desde Berlín han insistido en que el país necesita mano de obra extranjera cualificada para suplir los agujeros de su mercado laboral a medida que la población envejece, una situación que comparte con otros países de la Unión Europea. Sin embargo, el discurso de la formación se ha visto recientemente impulsado por el atentado perpetrado recientemente en la localidad de Solingen, que ya sirvió de vehículo para canalizar las posturas ultraderechistas de la formación de cara a los comicios en los estados de Turingia y Sajonia.
Controles migratorios
La política de asilo continúa siendo el principal escollo para el Gobierno federal, que ha reanudado la deportación de afganos sobre los que pesan condenas judiciales en un intento por acallar la tensión interna respecto al tema migratorio. La ministra del Interior, Nancy Faeser, respalda, a su vez, el endurecimiento de las leyes sobre la posesión de armas tras el atentado de Solingen. Este giro a la derecha --con el que el Gobierno busca aumentar su popularidad-- ha llevado a Scholz a anunciar nuevos controles fronterizos para contener posibles riesgos vinculados con el terrorismo, una situación que no ha dejado indiferente a los países vecinos y miembros de la UE, que alertan de que esto implica una ruptura de la libre circulación que concibe el espacio Schengen.
Alemania ya disponía de controles en las fronteras con Polonia, República Checa, Suiza y Francia, pero ahora se extenderán también a Luxemburgo, Bélgica, Países Bajos y Dinamarca. Las medidas, que estarán en vigor en principio durante un periodo de seis meses, podrían prolongarse --en el caso de Austria se impusieron en 2015--. En este contexto, la recién creada Alianza Sahra Wagenknecht-Por la Razón y la Justicia (BSW) busca nuevamente hacerse con los votos de los indecisos al actuar como bisagra entre el AfD y Die Linke, partido del que se escindió.
Las encuestas la sitúan en cuarto lugar, muy cerca de la CDU, con el 14 por ciento de los votos a pesar de su inesperada irrupción en las europeas, en las que obtuvo un 6,2 por ciento de los apoyos. A pesar de su visión local, el partido parece tener ambiciones federales y podría poner nuevamente en tela de juicio el sistema tradicional de partidos alemán. Su líder, Sahra Wagenknecht, propone una postura mucho más equidistante respecto a la invasión de Ucrania, ha puesto sobre la mesa la posibilidad de acercarse a Rusia mediante la diplomacia y ha insistido en que Alemania carece de espacio suficiente para más migrantes, una postura que la aleja de agrupaciones más izquierdistas.
Así, la campaña para las elecciones celebradas en estos estados orientales --herederos de la comunista República Democrática Alemana-- se ha convertido en una especie de precampaña de cara a los comicios federales previstos para el próximo año. En este contexto, las principales formaciones alemanas insisten en la importancia de mantener su cordón sanitario en torno al AfD en un intento por lograr que se materialice el veto a la ultraderecha.