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Hitos principales del camino al autoritarismo de los Estados Unidos de Trump

Algunos puntos ya se vislumbraron en su primer mandato

El presidente de los Estados Unidos | Foto: Efe - FRANCIS CHUNG

| Washington |

La reciente cancelación y posterior restitución del programa de Jimmy Kimmel en Estados Unidos ha reavivado el debate sobre la deriva autoritaria que parece estar tomando el gobierno del presidente Donald Trump. Esta polémica, protagonizada por una cadena propiedad de Disney, no es un hecho aislado, sino que se suma a una serie de acciones que diversos analistas políticos señalan como indicadores de un preocupante retroceso democrático.

Las tendencias autocráticas que Trump mostró entre 2017 y 2021 parecen haberse intensificado en su segundo mandato, generando inquietud tanto a nivel nacional como internacional. Lo cierto es que el panorama político estadounidense ha experimentado transformaciones significativas desde el regreso de Trump a la Casa Blanca. Su enfrentamiento con los medios de comunicación críticos ha alcanzado niveles sin precedentes, convirtiendo a periodistas y presentadores en blancos frecuentes de sus ataques.

Paralelamente, la lucha contra la inmigración se ha recrudecido con políticas más severas y controvertidas que en su primer mandato. El despliegue estratégico de la Guardia Nacional en ciudades tradicionalmente demócratas y el progresivo vaciamiento de competencias de la Administración federal completan un escenario que muchos observadores califican como alarmante para el futuro de la democracia norteamericana.

Los pilares de la deriva autoritaria

A la vista de los hechos el control de la narrativa mediática se ha convertido en una obsesión para la administración Trump. El caso de Jimmy Kimmel ilustra cómo el poder presidencial puede ejercer presión sobre grandes corporaciones mediáticas. Tras años de críticas hacia el mandatario, el programa fue cancelado brevemente antes de que la cadena rectificara su decisión, en un episodio que recuerda peligrosamente a las tácticas utilizadas en regímenes autoritarios para silenciar voces disidentes. Este patrón se repite con otros medios y periodistas que no se alinean con la visión trumpista, creando un clima de autocensura y temor entre los profesionales de la información.

La política migratoria representa otro de los ejes centrales en la construcción del modelo autoritario de Trump. El fortalecimiento del ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas) y la estructura de control migratorio ha ido acompañado de una retórica que criminaliza sistemáticamente a los migrantes. Las redadas masivas, las deportaciones expeditivas y la separación de familias se han intensificado este 2025, generando una situación humanitaria sin precedentes.

Organizaciones de derechos humanos han documentado numerosos casos de abusos que contradicen los principios fundamentales del derecho internacional. Un aspecto particularmente preocupante es el despliegue de la Guardia Nacional en ciudades gobernadas por el Partido Demócrata. Esta medida, justificada oficialmente como necesaria para «mantener el orden», ha sido interpretada por analistas políticos como un intento de intimidación hacia la oposición y una demostración de fuerza del gobierno federal. En ciudades como Nueva York, Chicago y Los Ángeles, la presencia militar ha generado tensiones con las autoridades locales y protestas ciudadanas que han sido reprimidas con dureza, alimentando un ciclo de polarización social cada vez más peligroso.

El vaciamiento de las instituciones federales constituye otra pieza clave en la estrategia de concentración de poder en manos del ejecutivo. Numerosas agencias gubernamentales han visto reducidas sus competencias o han sido dirigidas por personas abiertamente contrarias a la misión de los organismos que encabezan. Esta táctica, que Trump comenzó a implementar durante su primer mandato, ha alcanzado en este año niveles sin precedentes, afectando a entidades tan cruciales como la Agencia de Protección Ambiental, el Departamento de Justicia o la Comisión Federal Electoral.

Empequeñecer el sistema de contrapesos democráticos

La democracia estadounidense ha funcionado históricamente gracias a un complejo sistema de pesos y contrapesos entre los distintos poderes del Estado. Sin embargo, los movimientos de la administración Trump han trabajado sistemáticamente para debilitar estos mecanismos, ocultos en los fundamentos de su movimiento MAGA. El Tribunal Supremo, con una mayoría conservadora consolidada gracias a los nombramientos realizados durante sus mandatos, ha emitido sentencias que han ampliado considerablemente el poder presidencial, limitando la capacidad del Congreso para ejercer su función de control.

El lenguaje empleado por Trump para referirse a sus opositores como «izquierda radical» o «enemigos del pueblo» ha contribuido a crear un clima de división social sin parangón en la historia reciente de Estados Unidos. Esta retórica polarizadora, amplificada por medios afines y redes sociales, ha normalizado discursos extremistas y ha alimentado teorías conspirativas que socavan la confianza en las instituciones democráticas. El resultado es una sociedad cada vez más fragmentada, donde el diálogo político constructivo resulta casi imposible.

Consecuencias internacionales

La deriva autoritaria de Estados Unidos no es solo un problema interno, sino que tiene profundas implicaciones para el orden internacional. Tradicional defensor de la democracia y los derechos humanos en el escenario global, el país norteamericano está perdiendo rápidamente credibilidad y capacidad de influencia en estos ámbitos. Regímenes autoritarios de todo el mundo asisten con interés a los avances del modelo trumpista, y ven en él algunas de sus estrategias puestas en marcha en sus propios contextos nacionales.

La Unión Europea (UE) y otros aliados tradicionales de Estados Unidos han expresado su preocupación por el deterioro democrático que experimenta la primera potencia mundial. Las tensiones diplomáticas se han multiplicado desde 2025, con críticas cada vez más abiertas desde capitales europeas hacia las políticas de Trump. Esta situación ha generado un vacío de liderazgo en el mundo occidental que favorece que potencias rivales amplíen su influencia geopolítica.

¿Es posible un conflicto civil?

Una de las cuestiones más inquietantes que plantea la actual situación es el riesgo de un enfrentamiento civil en la sociedad estadounidense. Aunque los expertos consideran que un conflicto abierto y generalizado es poco probable a corto plazo, advierten que la polarización extrema, combinada con la alta disponibilidad de armas entre la población y la retórica inflamatoria de algunos líderes políticos, crea condiciones potencialmente peligrosas.

Los episodios de violencia política se han multiplicado desde el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021. Grupos extremistas han protagonizado enfrentamientos, mientras que las amenazas contra funcionarios públicos, periodistas y activistas han alcanzado niveles alarmantes. Sin embargo, las instituciones estadounidenses mantienen aún cierta capacidad de resistencia frente a los embates autoritarios, y numerosos ciudadanos se organizan para defender los valores democráticos. A medida que avanzan los meses de su segundo mandato, el futuro de la democracia estadounidense parece cada vez más incierto y hay quien dice que los próximos 400 días son cruciales para su salud.

1 comentario

Pabilao Pabilao | Hace 3 meses

Este aspirante a dictardor pondrá a prueba el sistema democrático de los EE UU, porque si sobrevive a Trump, demostrará que las instituciones norteamericanas son sólidas

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