El precio del oro ha alcanzado un nuevo hito histórico en los mercados internacionales, superando la barrera de los 4.100 dólares por onza durante la sesión norteamericana de este pasado lunes 13 de octubre de 2025. Este significativo repunte consolida al metal precioso como un activo refugio fundamental en un contexto de elevada incertidumbre global. Diversos factores, que van desde el bloqueo político en Estados Unidos hasta las persistentes tensiones comerciales entre las principales potencias mundiales, han motivado esta fuerte demanda por parte de los inversores, quienes buscan seguridad ante la volatilidad económica y geopolítica.
La inestabilidad política interna en Washington se erige como uno de los pilares de este ascenso. El prolongado cierre del gobierno estadounidense, que se extiende ya durante varias semanas en este otoño de 2025, ha generado una percepción de riesgo considerable en los mercados financieros. La incapacidad de republicanos y demócratas para alcanzar un acuerdo ha provocado la paralización de la publicación de importantes datos económicos y ha demorado la toma de decisiones fiscales cruciales. Esta situación ha alimentado la volatilidad y ha redirigido a los inversores hacia la seguridad que ofrece el oro, considerado un valor seguro en tiempos de crisis.
A nivel internacional, las tensiones geopolíticas entre Estados Unidos y China han resurgido con fuerza, captando nuevamente la atención de los mercados globales. El presidente Donald Trump, en un movimiento que recordó episodios pasados de la guerra comercial, reavivó la disputa al amenazar con imponer aranceles del 100 % a una amplia gama de importaciones chinas. Aunque su postura se suavizó posteriormente, la incertidumbre persistió. Las conversaciones de alto nivel con el presidente Xi Jinping, inicialmente pospuestas, se prevé que se reanuden a finales de este mes de noviembre en Corea del Sur, un encuentro que podría ser decisivo para el futuro de este conflicto comercial global y, por ende, para la estabilidad económica mundial.
Mientras tanto, en la volátil región de Oriente Medio, los mercados han acogido con un moderado optimismo la noticia de un incipiente acuerdo de paz entre Israel y Hamás. Este desarrollo ha contribuido, al menos temporalmente, a reducir las tensiones regionales, ofreciendo un respiro a la incertidumbre que a menudo caracteriza a esta zona. Sin embargo, los analistas más cautos advierten que la situación sigue siendo extremadamente frágil y cualquier ruptura en el diálogo o escalada de violencia podría reavivar la inestabilidad, reforzando nuevamente la demanda de oro como refugio ante la adversidad geopolítica. La historia enseña que la paz en esta región es a menudo efímera, y los inversores permanecen vigilantes.
En el ámbito de los mercados financieros, el dólar estadounidense ha mostrado una notable fortaleza en las últimas semanas, un factor que, paradójicamente, no ha frenado el avance del oro. Al mismo tiempo, los rendimientos de los bonos del Tesoro a 10 años han experimentado una caída, un movimiento que tradicionalmente beneficia al metal precioso. Esta disminución en los rendimientos reduce el coste de oportunidad de mantener activos que no generan intereses, como el oro, haciéndolo más atractivo. En este complejo escenario, el metal dorado ha ganado un atractivo considerable como una eficaz cobertura frente a la inflación y la volatilidad inherente a los mercados actuales, consolidando su papel como salvaguarda del poder adquisitivo.
Las principales instituciones financieras globales han revisado al alza sus previsiones para el oro. De acuerdo con las estimaciones de gigantes como Bank of America, Société Générale y Goldman Sachs, el precio del oro podría alcanzar niveles de entre 4.500 y 5.000 dólares por onza hacia el año 2026. Estas ambiciosas proyecciones se fundamentan en un aumento sostenido de la demanda de ETF (fondos cotizados en bolsa) respaldados por oro, así como en las continuas compras oficiales por parte de los bancos centrales de todo el mundo. Estas instituciones monetarias, en su búsqueda de diversificación y seguridad, siguen incrementando sus reservas de oro ante un entorno financiero global cada vez más incierto y volátil, lo que impulsa su valor.
Por otro lado, los inversores mantienen una atención constante sobre la Reserva Federal de Estados Unidos, cuya próxima reunión del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) podría marcar un punto de inflexión para los mercados. El oro es considerado un activo refugio por excelencia debido a su capacidad histórica para mantener su valor, e incluso aumentarlo, en tiempos de incertidumbre económica, política o financiera. A diferencia de las divisas o las acciones, el oro no está directamente ligado al rendimiento de una economía específica o a la rentabilidad de una empresa. Su valor se basa en su escasez, su durabilidad y su aceptación universal como medio de intercambio y reserva de valor. Los inversores acuden al oro cuando perciben riesgos en otros mercados, como la inflación, la devaluación de la moneda, las crisis geopolíticas o la inestabilidad de los mercados bursátiles. Esta característica lo convierte en un componente crucial para la diversificación de carteras y una salvaguarda contra la volatilidad sistémica.