El mercado mundial del petróleo se prepara para un escenario de superávit sin precedentes en 2026, con una proyección que podría alcanzar los 4 millones de barriles diarios. Esta alarmante cifra, revelada este martes por la Agencia Internacional de la Energía (AIE) en su último informe mensual, representa un volumen significativamente mayor que otras predicciones del sector. La situación se agrava a medida que los principales productores, tanto la OPEP+ como sus competidores, incrementan su capacidad de extracción, mientras que la demanda global de crudo muestra signos de estancamiento.
Este exceso de oferta de petróleo plantea serios interrogantes sobre la estabilidad de los precios y las dinámicas del mercado energético a medio plazo, un segmento que plantea riesgos y también oportunidades. La Agencia Internacional de la Energía (AIE), organismo consultivo para las naciones industrializadas, ha revisado al alza su pronóstico de superávit para 2026. Si bien el pasado mes de septiembre de 2025 la estimación se situaba en 3,3 millones de barriles diarios, la nueva proyección lo eleva hasta los 4 millones de bpd. Este volumen equivaldría a casi el 4 % de la demanda mundial de crudo, una cifra que supera con creces las expectativas de otros analistas y organismos del sector.
La decisión de la OPEP+, que agrupa a la Organización de Países Exportadores de Petróleo, Rusia y otros aliados, de retirar algunos recortes de producción de forma más acelerada de lo inicialmente previsto, está inyectando más crudo al mercado. Esta oferta adicional ha generado preocupación por un posible excedente y ha contribuido a la presión a la baja sobre los precios del petróleo durante este 2025. La AIE detalla en su informe mensual que la oferta global de crudo experimentará un incremento de 3 millones de barriles diarios durante este 2025, una cifra superior a los 2,7 millones previstos con anterioridad.
Para el próximo año, en 2026, se espera un aumento adicional de 2,4 millones de barriles diarios. Estas proyecciones subrayan una tendencia clara hacia una mayor disponibilidad de crudo en el mercado, impulsada por las estrategias de producción de los principales actores. La capacidad de producción global parece estar superando con creces el ritmo de crecimiento de la demanda, lo que contribuye directamente a la formación de este significativo superávit. En paralelo al aumento de la oferta, la AIE ha ajustado a la baja su previsión de crecimiento de la demanda mundial para este 2025. La estimación actual se sitúa en 710.000 bpd, lo que representa una reducción de 30.000 bpd respecto a la previsión anterior. Esta revisión se atribuye a un contexto económico global más desafiante, que frena el consumo de energía.
Según el informe, «el consumo de petróleo seguirá siendo moderado en lo que resta de este 2025 y en 2026, lo que se traducirá en un aumento anual previsto de unos 700.000 barriles diarios en ambos años». Esta cifra de crecimiento de la demanda es notablemente inferior a la tendencia histórica, un fenómeno que la AIE explica por la confluencia de varios factores. «La cifra es mucho menor la tendencia histórica, ya que el endurecimiento del macroclima y la electrificación del transporte provocan una fuerte desaceleración del crecimiento del consumo de petróleo», señala el organismo. La transición energética, con un impulso creciente hacia vehículos eléctricos y fuentes de energía renovables, está comenzando a tener un impacto perceptible en el consumo de combustibles fósiles, especialmente en el sector del transporte.
Las previsiones de demanda de la AIE se sitúan en el extremo inferior del espectro de estimaciones del sector. Esto se debe a que la agencia anticipa una transición más rápida hacia las fuentes de energía renovables en comparación con otros pronosticadores, como la propia OPEP. Esta, por ejemplo, tiende a proyectar un crecimiento de la demanda de petróleo más robusto y sostenido, argumentando que las economías emergentes y el sector petroquímico seguirán impulsando el consumo. Sin embargo, la AIE, con su enfoque en la seguridad energética de los países industrializados y la promoción de políticas de eficiencia y energías limpias, ofrece una visión más cautelosa sobre el futuro del crudo. Estas diferencias son cruciales, ya que influyen en las decisiones de inversión de las compañías petroleras y en las políticas energéticas de los gobiernos a nivel mundial.
La AIE recopila y analiza datos energéticos, publica informes y previsiones, y ofrece recomendaciones políticas a sus 31 países miembros, que incluyen a la mayoría de las economías industrializadas del mundo. Su influencia en el debate energético global es considerable, y sus informes son seguidos de cerca por gobiernos, empresas y mercados financieros. Un superávit significativo de petróleo, como el proyectado para 2026, puede tener múltiples repercusiones en la economía global. En primer lugar, tiende a presionar a la baja los precios del crudo, lo que beneficia a los países importadores al reducir sus costes energéticos y, potencialmente, estimular el consumo y la inversión.
Sin embargo, para los países productores de petróleo, una caída de los precios puede significar una reducción drástica de sus ingresos fiscales, afectando sus presupuestos nacionales, inversiones en infraestructuras y estabilidad económica. Además, un entorno de precios bajos puede desincentivar las inversiones en nuevas exploraciones y producción, lo que podría generar escasez en el futuro. La volatilidad de los precios del petróleo también introduce incertidumbre en los mercados financieros y puede afectar la inflación y las políticas monetarias de los bancos centrales.