La Franja de Gaza se ha convertido en los últimos tiempos en un escenario de riesgo extremo para quienes intentan aliviar el sufrimiento de su población. La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA) ha lanzado una grave advertencia sobre la incesante pérdida de vidas entre el personal humanitario. Según los datos más recientes del organismo internacional, un promedio de cuatro trabajadores de ayuda han sido asesinados cada semana en Gaza durante este 2025, una cifra que la agencia califica de inasumible y que subraya la extrema peligrosidad de la labor humanitaria en la región.
Este alarmante goteo de muertes pone de manifiesto la urgente necesidad de proteger a quienes, con gran sacrificio, intentan garantizar la asistencia básica a los civiles. Desde el inicio de la escalada del conflicto en octubre de 2023, el número total de trabajadores humanitarios asesinados asciende a 565, una cifra devastadora que incluye a 370 compañeros y compañeras de la propia UNRWA. Esta situación no solo representa una tragedia humana, sino que también obstaculiza gravemente la distribución de ayuda vital en un territorio ya de por sí asolado por la crisis.
A pesar de este sombrío panorama, la UNRWA continúa con sus esfuerzos, logrando la reapertura de 38 centros de aprendizaje en Jan Yunis, al sur de Gaza, lo que ha permitido duplicar el número de niños y niñas que reciben educación de sus equipos, alcanzando la cifra de 9.938 menores. La educación, según la agencia, se perfila como uno de los pilares fundamentales de su respuesta una vez se alcance un alto el fuego duradero y estable, que permita avanzar a la población local hacia alguna clase de futuro que no esté marcado por las bombas, la muerte y la desolación.
Sin embargo, la entrega de ayuda se enfrenta a obstáculos significativos. El pasado fin de semana, un portavoz de la UNRWA ratificó que el equivalente a 6.000 camiones de ayuda humanitaria permanece a la espera en los almacenes de la Agencia de la ONU para los refugiados palestinos, ubicados en Egipto y Jordania, listos para entrar en Gaza «lo antes posible». Esta acumulación de suministros esenciales contrasta con la reducción a la mitad del flujo de camiones permitidos por Israel, una medida que, según fuentes oficiales, se relaciona con la entrega a cuentagotas de los restos mortales de rehenes israelíes por parte de Hamás. Los milicianos palestinos han entregado hasta la fecha los restos de ocho personas, si bien los análisis forenses pertinentes han determinado que uno de ellos no se corresponde con un secuestrado hebreo.
La denuncia de la UNRWA sobre el asesinato de cuatro trabajadores humanitarios cada semana en Gaza durante este 2025 no es un hecho aislado, sino la manifestación más reciente de una crisis humanitaria sin precedentes. Este ritmo de bajas insostenible genera una profunda preocupación en la comunidad internacional. La labor de estos profesionales, que a menudo operan en condiciones extremadamente peligrosas, es fundamental para la supervivencia de millones de personas.
La protección del personal humanitario está consagrada en el derecho internacional humanitario, y su violación constante en la Franja de Gaza representa un grave incumplimiento de estas normativas. Cada vida perdida no solo es una tragedia personal, sino que también merma la capacidad de las organizaciones para ofrecer asistencia vital, desde alimentos y medicinas hasta refugio y apoyo psicológico. La situación actual exige una reflexión profunda sobre las garantías de seguridad para quienes arriesgan sus vidas en zonas de conflicto, y la necesidad imperante de que todas las partes beligerantes respeten su neutralidad e independencia.
La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA) desempeña un papel insustituible en la Franja de Gaza, proporcionando servicios esenciales a una población que depende en gran medida de su apoyo. Esta iniciativa ha sido crucial para restaurar un atisbo de normalidad y esperanza para casi 10.000 niños y niñas (9.938, para ser exactos) que habían visto su educación interrumpida por el conflicto. La educación no es solo un derecho fundamental, sino también una herramienta vital para la recuperación a largo plazo y la construcción de un futuro más estable tanto en Palestina como el conjunto de la región de Oriente Medio. La UNRWA ha reiterado que la educación será uno de los pilares estratégicos de su respuesta una vez se normalice el alto el fuego alcanzado recientemente, reconociendo su poder transformador en un contexto de posguerra y reconstrucción. Cabe señalar, en este sentido, que la agencia internacional no solo se enfoca en la enseñanza académica, sino también en el apoyo psicosocial para ayudar a los menores a procesar el trauma vivido.