La disputa entre China y Japón a cuenta de Taiwán ha abierto una etapa de tensión prolongada que, según expertos, puede transformar la relación bilateral en un ciclo sostenido de frialdad estratégica, presión económica y choques diplomáticos sin una vía clara de desescalada.
La crisis estalló después de que la primera ministra japonesa, Sanae Takaichi, afirmara que un ataque chino contra Taiwán podría justificar la intervención de las Fuerzas de Autodefensa niponas.
Una «línea roja»
Este episodio constituye «el mayor estallido de tensión bilateral en años», explica a EFE el analista Joe Mazur, de la consultora Trivium, para quien las declaraciones de Takaichi «tenían todas las papeletas para tocar un nervio» en Pekín, dado que implican la «línea roja más delicada» de China.
Por su parte, David Boling, director de Japón y Comercio Asiático en el Eurasia Group, quitó hierro a las palabras de Takaichi en declaraciones a EFE: «No hay nada de sorprendente en lo dicho por Takaichi». El experto citó la cercanía geográfica entre Japón y Taiwán y calificó de «natural» que Japón considere un ataque chino a Taiwán como una «crisis».
Pekín calificó de «extremadamente graves» las aseveraciones de Takaichi y reaccionó con protestas diplomáticas, advertencias de viaje, restricciones comerciales y una escalada retórica.
Presión económica
Algunas aerolíneas chinas anunciaron que permitirían reembolsos y modificaciones gratis para vuelos adquiridos antes de que se emitieran las advertencias, apuntando así a la industria turística nipona, que tiene a los ciudadanos chinos como sus mayores consumidores. Asimismo, Pekín suspendió de nuevo la importación de marisco japonés.
«China ha utilizado su estrategia de coerción económica contra muchos países, como Australia, Filipinas y Corea del Sur. Y también lo ha hecho en el pasado contra Japón», señaló Boling, quien vaticinó que «las respuestas extremas chinas solo endurecerán la actitud japonesa hacia China».
China exige retractación
China ha exigido que Takaichi se retracte de sus afirmaciones «equivocadas» y ha advertido de que Tokio pagará «un alto precio» si «busca problemas».
Sin embargo, «China sabe que Takaichi no puede hacer eso», según Boling, quien añadió que el «pecado» de la mandataria fue «hablar claro» y que el objetivo de Pekín es «mantener a Japón a la defensiva usando oportunidades como esta».
Por su parte, Mazur coincide en que «es altamente improbable» que Takaichi se retracte completamente.
Y ahora, ¿qué?
«Aunque el furor público por los comentarios probablemente se calmará», esta disputa «anula cualquier posibilidad de mejorar las relaciones bilaterales durante el mandato de Takaichi, y puede que incluso después», explicó Mazur.
Según el analista, pese a que «ni Pekín ni Tokio estén realmente interesados en un conflicto», China «responderá a cualquier cosa que considere una provocación japonesa».
«Pekín tiene el control y puede llevar la crisis tan lejos como quiera», señala el profesor Jeffrey J. Hall, especialista en estudios japoneses en la Universidad de Estudios Internacionales de Kanda, que ve poco probable que Takaichi se retracte por completo, aunque haya moderado recientemente su tono, tras una supuesta advertencia del presidente estadounidense.
Según The Wall Street Journal, Donald Trump pidió a Takaichi que se muestre comedida en su posición sobre Taiwán para «no provocar» a China, algo que ha negado Tokio.
Hall considera que si Pekín no logra la retractación que exige, «probablemente seguirá intentando castigar económicamente a Japón», para el que China es su mayor socio comercial.
Al margen de los sectores ya impactados, el analista destaca que China podría optar por ralentizar o detener las exportaciones de recursos clave para las industrias japonesas, como las tierras raras.
El diario South China Morning Post avanzó en exclusiva que Pekín ha congelado los programas de intercambio juvenil que mantenía con Tokio en medio de la vorágine diplomática.
«También hay numerosos ciudadanos japoneses que viven en China para realizar negocios con empresas japonesas. Si las relaciones empeoran, el Estado chino podría acusar a algunos de ellos de 'espionaje' u otros delitos, y arrestarlos», añade Hall.
Repercusiones locales e internacionales
Aunque Hall no cree que Japón intente intensificar una guerra comercial con China, señala que «Takaichi podría aprovechar el sentimiento antichino en Japón e intentar convencer a los votantes japoneses de que todo esto es culpa de China».
Todo ello en medio de declaraciones amenazantes y el llamamiento de un diplomático chino a decapitar a la mandataria, posiciones «muy extremas desde la perspectiva japonesa», explica. Internacionalmente, la reacción china «podría convencer a los países que han mantenido políticas de ambigüedad estratégica con respecto a Taiwán a seguir haciéndolo» y contribuir a la percepción de que es un Estado «agresivo y peligroso», expone el académico.
China usa la coerción económica... Los EEUU usan la coerción económica, diplomática y militar de forma arbitraria. No sé qué es peor.