Tòfol Moranta reconoce que es un gran apasionado de los clásicos y asegura que el gusanillo le llegó muy pronto y desde entonces lo ha ido cultivando para su deleite. A los dieciséis años entró a trabajar de aprendiz de mecánico en un taller en Palma y al poco tiempo el entusiasmo por el motor le cautivó. Admite que primero fueron las motos, una de sus grandes pasiones durante muchos años, y de las que llegó tener una buena colección que aún ahora conserva para su disfrute, pues la edad no perdona y ya montar no es una opción válida, al menos a diario. Una vez que se le pasó la fiebre por las motos, y a medida que iba cumpliendo años, comenzó a interesarse por los coches, y se ha agenciado un par de buenos vehículos con los que se divierte en su tiempo libre.
En este reportaje nos presenta su MG-B MK2 de 1973, un coche que le hizo comprar a un buen amigo suyo y que hace poco más de año y medio terminó en sus manos. Sus conocimientos de mecánica –después de su paso por el taller de coches acabó como técnico de mantenimiento de Iberia– le han servido y mucho, reconoce, ya que muchos de los trabajos de restauración los ha realizado el mismo.
HORAS DE TRABAJO
Asegura que este coche, ahora en un estado inmejorable, le ha llevado mucho trabajo. En concreto, nos dice que al menos ha tardado un año en restaurarlo desde delante hasta detrás, incluida toda la parte mecánica. Nos comentaba que el coche ha quedado perfecto y de ello se siente muy orgulloso, ya que ha sido un trabajo meticuloso, pero que ha dado sus frutos, y ahora puede disfrutarlo en compañía de sus amigos, ya que al estar jubilado tiene mucho tiempo libre para dedicarse a pasear, y a cuidar de sus motos. Además de este MG, tiene en su colección un Mercedes 230 coupé que pertenece desde hace años a la familia, en concreto a un hermano que ya falleció. Tòfol quiso que el coche se quedara en la familia en recuerdo de su hermano y por eso lo cuida con mucho cariño. También explica que lleva años perteneciendo a la asociación de coches antiguos Veteran Cars y forma parte de la directiva.
A modo de reflexión final comenta que el trabajo que hacen en la asociación es educativo y pedagógico, pues conservan joyas que desaparecerían si no fuera por el trabajo de estas personas, pues hay que tener en cuenta que este tipo de colección es un capricho que termina costando mucho dinero, aunque asegura que vale la pena.