Francisco Javier Martín se declara un enamorado de la furgoneta Volkwagen T-2, pero con doble cabina, más conocida por los aficionados como Doka. Hace dos años, tras llevar mucho tiempo buscando, encontró por internet una de esas oportunidades que suelen aparecer muy de tarde en tarde y no dudó en cruzar el Atlántico para hacerse con ella. La furgoneta la encontró en la isla de La Palma, en concreto en su capital, Santa Cruz de La Palma, aunque Javier creyó en principio que se trataba de Santa Cruz de Tenerife, por lo que viajó hasta allí y una vez que se dio cuenta de su error geográfico se desplazó hasta La Palma para poder cerrar el trato.
Una vez realizada la compra quedaba el traslado hasta Mallorca, por lo que decidió que la forma más fácil y más barata era meterla en un contenedor hasta Barcelona y luego desplazarse hasta allí para traerla de nuevo en barco, hasta Palma, aunque reconoce que en el puerto de Barcelona pasó una auténtica odisea para encontrar la compañía del contenedor que transportaba la furgoneta. Tras varias horas y búsqueda y muchas pregunta, consiguió por fin encontrarla y recoger el vehículo.
En cuanto a la furgoneta, no se le ha realizado ninguna mejora en chapa y se ha conservado con el desgaste natural de un coche de casi cincuenta años. Ha sido necesario darle un pequeño repaso al motor para hacerle una puesta a punto.
PRIMERO, LAS MOTOS
Javier, como muchos otros propietarios de coches clásicos, se inició en este mundillo con las motos, en concreto una Vespa, que fue su primera gran adquisición, de la cual aún habla con mucho cariño. Pasados los años, como muchos otros amantes del motor, pensó que sería bueno hacerse con algún clásico y fue cuando empezó la búsqueda de su furgoneta T-2, que era el único vehículo que le hacía ilusión, aunque sí tenía una cosa clara y es que quería que tuviera doble cabina.
Otro punto importante que Javier quería al adquirir este vehículo es que pudiera utilizarlo a diario y poder compartirlo con su familia. Tanto es así que la única mejora que le ha realizado al vehículo ha sido la colocación de cinturones de seguridad traseros para poder anclar la sillita para llevar a su hijo pequeño.
Sobre el vehículo, decir que tras el éxito de la T-1 la marca alemana decidió en 1967 lanzar el segundo modelo de la serie Transporter, la Volkswagen T-2. La estrategia era evidente: había que mantener la ligereza y las prestaciones del vehículo sin renunciar a la implementación de nuevas tecnologías o el desarrollo de motores más potentes. Su línea estética se mantuvo en gran medida y las variaciones se enfocaron a conseguir un espacio interior mucho más luminoso. Durante los doce años de fabricación de este modelo los motores llegaron a la nada despreciable potencia de 80 CV, aunque en estos vehículos la velocidad es lo de menos.