Guillermo Alvite es un argentino que lleva muchos años viviendo en Mallorca y que desde siempre ha sentido una gran afición por el mundo de los clásicos. Reconoce que casi vivió entre ellos y en su barrio se destilaba olor a gasolina por todas partes, de ahí que cuando pudo comenzó a meterse en este mundillo para ir haciéndose con pequeñas joyas que fue modelando a su antojo y conservando.
Ahora, ya jubilado, confirma que su dedicación a este mundillo es del cien por cien, además asegura que al vivir fuera de la ciudad, en el campo, no tiene problemas de molestar a sus vecinos, que en ocasiones puede ser un hándicap a la hora de intentar restaurar un coche en los ratos libres que uno tiene después de su trabajo.
Guillermo se muestra realmente orgulloso de este Morris Minor Traveller de 1962 con el que se presentó a la cita en casa de un amigo en común, Toni Ramírez. Como a muchos otros coleccionistas, le encanta hablar de coches, pero a la hora de salir en las fotos es otra historia, aún así accedió a posar, aunque solo fuera para que la gente lo asociara con el vehículo, una verdadera maravilla y con una historia divertida que, ya más distendido, Guillermo nos contó.
Nos decía que hacía tiempo que tenía ganas de hacerse con un coche como este y un día hablando con un mecánico de Santa Eugènia le comentó que había una ciudadana alemana que residía en una finca del municipio y que tenía un Morris Minor oxidándose debajo de una higuera. Y la verdad es que no tuvo muchos problemas para comprarlo, ya que el coche estaba en un estado penoso. Era 2004, el coche tenía matrícula alemana, por lo que una vez consiguió restaurarlo y ponerlo a punto, lo matriculó de nuevo como histórico.
Mucho trabajo
Entre las muchas cosas que hubo que hacerle al coche, ya que estaba realmente abandonado, estuvo una importante reparación del motor teniendo que buscar algunas piezas en Inglaterra. Fue necesario arreglar también la caja de cambios, ya que algunas velocidades no entraban y un sinfín de mejoras más. Pero como les contamos, Guillermo lleva esto en la sangre y el trabajo que tuvo que hacer para dejarlo en condiciones fue lo de menos, pues ahora puede presumir de tener un vehículo único y que sin duda es poco habitual verlo por nuestras carreteras hoy en día.
Reconoce sin pudor que no tiene mucha idea de mecánica, aunque con la ayuda inestimable de su amigo Toni, que es el que se encarga de resolverle los posibles problemas que tenga el vehículo, es más fácil. También reconoce que no lo utiliza mucho, sólo lo suficiente para que el motor esté siempre engrasado y funcione a la perfección.
Guillermo, como muchos otros coleccionistas, empezó con el mundo de las motos y nos comenta que tiene varios modelos ingleses restaurados que son una preciosidad; luego siguió con los coches. Nos comenta que los ingleses son sus preferidos, pues además de este tiene un MG-B de los años 70.