El Opel Mokka es un SUV del segmento C, cuya primera generación fue producida por parte de Opel desde 2012 hasta el año 2019 por parte de General Motors.
La segunda generación, de la que hoy publicamos la prueba, ya se ha desarrollado por parte del grupo francés PSA desde el año 2020.
Esta segunda generación mide 4,15 metros de largo, ligeramente más pequeño que el Opel Crossland (4,23 metros y sin versión eléctrica).
La versión eléctrica del Opel Mokka, denominada Mokka-e, se vendía sólo hasta ahora con un motor de 136 CV y una batería de 50 kWh brutos, de los cuales 46 kWh son útiles, que es la que hemos probado nosotros. Se sigue comercializando así, pero ahora la gama se complementa con una versión superior de 156 CV y batería de 54 kWh brutos (50,8 kWh netos).
Estéticamente, se trata de un modelo muy atractivo a la vista gracias a todos los elementos que lo hacen diferente de los vehículos de la competencia.
Así, el Mokka-e destaca por la parte delantera con parrilla cerrada, un diseño bastante deportivo, con el techo contrastado en color rojo y dos líneas de diseño, una inferior negra y otra cromada que delimita la parte superior de las ventanillas.
En la parte trasera, cabe destacar los pilotos estilizados con iluminación led y los logotipos de la marca y del modelo.
El motor eléctrico es de 100 kw (equivalentes a 136 CV) y 260 Nm de par alimentado por una batería de iones de litio refrigerada por agua de 50 kwh de capacidad que puede recargarse en un enchufe convencional o en un wallbox. Esta última opción es mucho más aconsejable por su rapidez de carga.
La autonomía de este vehículo -según la marca- es de 315 km, que se podrían obtener en ciudad, aunque haciendo una conducción mixta carretera/ciudad está en entre los 250 y 280 kilómetros. Si accionamos el modo Sport se pierde autonomía.
Las prestaciones son muy interesantes, sobre todo cuando hablamos de aceleración, ya que el vehículo tarda 9 segundos para pasar de 0 a 100 Km/h y la velocidad máxima es de 150 Km/h.
En carretera, el Mokka transmite una gran sensación de estabilidad sin ser incómodo en ningún caso. De hecho, las curvas se trazan sin subvirar en absoluto, lo cual es muy destacable. Además, dispone de muchas ayudas a la conducción como por ejemplo el mantenimiento de carril.
Del interior destacamos también la modernidad, con pocos mandos y con sus dos pantallas de 12 y 10 pulgadas «presidiendo» el interior,
La instrumentación es digital, configurable y cuenta con la información de la autonomía y del uso de la energía. Al ser un elemento que se usa bastante, han mantenido los mandos físicos del climatizador fuera de la pantalla.
El espacio para las piernas de los ocupantes de las plazas posteriores es suficiente, aunque un poco justo.
La capacidad del maletero es mejorable. La cifra de 315 litros es inferior a la de la mayoría de modelos de la competencia.
Podéis encontrar este modelo y probarlo en el concesionario Isleña de Motores, situado en Gran Vía Asima, 30.