Standard & Poor's (S&P) ha rebajado la calificación de la banca española en su conjunto por el riesgo económico de España, ya que la recesión dificultará durante un largo periodo de tiempo el entorno en que operarán las entidades y generará elevadas pérdidas en su cartera crediticia por la morosidad derivada del paro y de la exposición al ladrillo.
La agencia de calificación crediticia ha bajado la nota al sistema financiero español desde el grupo '2' hasta el grupo '3', dentro de su escala del uno al diez que mide la fortaleza del sector financiero en función del riesgo país, 'Bicra' por sus siglas en inglés (Banking Industry Country Risk Assessment).
"El sistema financiero español sufrirá, previsiblemente, elevadas pérdidas en créditos durante la recesión, debido al alto endeudamiento del sector empresarial, la rápida expansión crediticia y la significativa exposición financiera al sector inmobiliario", sostiene la firma.
Esta rebaja de la calificación global incluye al sector financiero español en el grupo en el que figuran Estados Unidos, Reino Unido, Austria, Chile y Portugal; con mayor debilidad que el de Alemania, Francia, Italia y Canadá.
"La revisión refleja el mayor peso que le atribuimos ahora en nuestro 'Bicra' para España a los riesgos que vemos surgir del deterioro económico del país", dice la analista de S&P Elena Iparraguirre.
Para la firma, los puntos más débiles del sector financiero español radican en el elevado endeudamiento del sector privado, sobre todo empresarial, en la rapidez de la expansión crediticia antes de la desaceleración económica en 2008, y en la excesiva concentración de riesgos en los segmentos de la construcción y el sector inmobiliario.
Ante este panorama, S&P anticipa una elevada morosidad en el actual entorno recesivo, por encima de la registrada en la recesión de 1992 a 1993. El momento más difícil de pérdidas por prestamos aparecerá en 2010 y obligará mantener las provisiones por encima de la media histórica, tanto este ejercicio como en 2011, pronostica.
Concretamente, la firma considera que el crecimiento real de la economía se mantendrá bajo en la fase de recuperación, lo que retrasará la reducción de la tasa de desempleo, y que el crecimiento se verá constreñido por los desequilibrios acumulados durante la fase de expansión.