La canciller alemana, Angela Merkel, resistía ayer, a pocas horas del comienzo de una cumbre europea decisiva en Bruselas, la presión de sus principales socios europeos en favor de un mecanismo de ayuda a Grecia.
En los mercados de cambios la moneda única europea volvía a caer acosada por la incertidumbre en torno al destino de las finanzas públicas griegas y la noticia de la devaluación de la deuda portuguesa. Pese a los llamamientos de la Comisión Europea (CE), del presidente de turno de la Unión Europea (UE), José Luis Rodríguez Zapatero, y del presidente francés, Nicolas Sarkozy, la canciller alemana seguía ayer tarde sin dar su visto bueno a una reunión de los dieciséis líderes de la zona euro para dar un respiro a Grecia. Aunque el martes se daba por seguro el encuentro de jefes de Estado y de Gobierno de los países de la moneda única antes de la cumbre de los Veintisiete, la tardanza en convocar la reunión y las dudas expresadas de nuevo desde Berlín han elevado la incertidumbre al máximo.
Fuentes del Gobierno alemán volvieron a insistir ayer en que no ha llegado el momento de actuar en la causa de Grecia, porque el Gobierno heleno "no lo ha pedido" y puede seguir financiándose en el mercado.
Mientras, los contactos y las llamadas a la acción se redoblaron ayer en las últimas horas entre los responsables europeos para intentar vencer la resistencia de Merkel. El presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, viajó por la mañana a París para tratar el tema con el presidente francés, Nicolas Sarkozy, durante un almuerzo de trabajo del que sólo ha trascendido la "completa coincidencia de puntos de vista, así como su determinación común de llegar a un acuerdo". El día anterior, Sarkozy departió con el jefe de Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, y ambos pidieron públicamente la celebración de la reunión de líderes de la Eurozona de hoy.