Los "intocables" de la India conmemoraron ayer el nacimiento de su líder histórico, B.R. Ambedkar, padre de un sistema de "discriminación positiva" para las castas más bajas que apenas ha logrado sacarlos de la miseria y es a menudo desvirtuado por sus herederos.
A la cabeza de los herederos del legado de Ambedkar se encuentra hoy Mayawati, jefa de Gobierno del estado septentrional de Uttar, que alberga el mayor número de "dalits" o intocables de la India: 35 de los 167 millones registrados en el censo de 2001, según el cual el 16,2 por ciento de la población india pertenece a las "castas catalogadas" o más bajas.
Ambedkar, nacido hace 119 años, fue el arquitecto de una Carta Magna que abolió el sistema de castas y, a la vez, exigió el 22,5 por ciento de las plazas universitarias y en la Administración para miembros de las castas más bajas y de poblaciones tribales.
"En aquel momento, era algo comprensible en vista de la patética situación de las castas bajas, en particular de los 'dalit'. Pero ahora debería ser revisado", opinó a Efe Rakhi Rashmi, abogada de la capital india.
La Constitución entró en vigor en 1950 -tres años después de que la India se independizara- y desde entonces se ha ido organizando alrededor del "sistema de cuotas" una lucha de poder entre partidos que instrumentalizan las castas para obtener rédito político, como el BSP de Mayawati.
Así quedó en evidencia ayer con el hostil recibimiento que se le prodigó al secretario general del gobernante Partido del Congreso indio, Rahul Gandhi, quien recibió permiso para un mitin en Ambedkarnagar (Uttar) sólo después de que se celebrara el del BSP, y no pudo poner una guirnalda de flores en la estatua del líder "dalit".
Rahul puso entonces la guirnalda sobre una foto gigante del "intocable" colocada en la tarima desde la que dio su discurso junto a otra imagen de Gandhi, coetáneo pero rival de Ambedkar.
La "discriminación positiva" viene apuntalada por una legislación específica, de 1998, que penaliza con cárcel los abusos físicos y verbales, humillaciones, tratos degradantes y falsos testimonios contra miembros de las castas más bajas.
Los datos oficiales reflejan la escasa protección que la Ley de Prevención de Atrocidades contra las castas bajas otorga a sus beneficiarios: en 2007 la Policía cursó 29.825 nuevas denuncias, elevó a tribunales 21.175 y dejó pendientes de investigación 8.549. Ese mismo año, los tribunales acumulaban 104.006 casos por "atrocidades", que resultaron en 6.505 condenas, 14.217 absoluciones y 82.472 expedientes atascados en el laberinto de la Justicia india.
En 2008, se sumaron casi 25.000 denuncias más, entre ellas las que la propia Mayawati puso en abril contra un líder campesino local, de casta alta, que cuestionó sus métodos dictatoriales y la ofendió llamándola "chamari", el apellido que ella ha eliminado de su nombre y que alude a su pertenencia a la subcasta de curtidores. La siempre excesiva Mayawati envió a 10.000 agentes que rodearon la aldea del presunto ofensor durante dos días hasta que éste se presentó voluntariamente ante el juez.
La política de castas, que se desarrolló en la década de 1980 en los estados pobres del norte de la India, ha ido consolidándose hasta encumbrar definitivamente a Mayawati en 2007.