El Parlamento griego aprobó ayer el nuevo plan de ajuste que desbloquea el rescate de la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario internacional (FMI) para evitar la quiebra del país, en medio de protestas y violentos enfrentamientos entre manifestantes y la policía.
Pese a las dudas y amenazas, el primer ministro griego, el socialista Yorgos Papandréu, tan sólo sufrió una deserción en las filas de la mayoría parlamentaria, que se vio compensada por un voto favorable de una diputada conversadora de la oposición, cinco abstenciones y dos ausencias.
Tras un tenso debate de tres días, el Gobierno logró un respaldo de 155 votos, superando la mayoría absoluta necesaria de 151, mientras que 138 votaron en contra, cinco se abstuvieron y dos no acudieron a la cámara, que cuenta con de 300 escaños.
El diputado socialista que votó en contra, Panagiotis Kurumplis, ya ha sido expulsado del PASOK, lo que reduce la mayoría parlamentaria del Gobierno a 154 escaños.
El Parlamento griego aprobó, de esta forma, un impopular programa de recortes, subidas de impuestos y del IVA (que pasa del 13 al 23 por ciento para bares y restaurantes) y privatizaciones, cuantificado todo ello en 78.000 millones de euros hasta 2015.
Papandréu había advertido, poco antes de la votación, de que "la suspensión de pagos cerraría el sistema de salud, las escuelas, reduciría las pensiones en un 80 por ciento y los sueldos de todos los funcionarios públicos."
Ahora, el Parlamento debe aprobar hoy el proyecto de ley que acompañe a las medidas y que haga posible su inmediata aplicación.
De esta forma, el nuevo ministro de Finanzas, Evangelos Venizelos, podrá presentarse el domingo próximo a la reunión extraordinaria del eurogrupo con un "misión cumplida", que le abre a Grecia la posibilidad de recibir en julio el quinto tramo crediticio del primer rescate, valorado en 12.000 millones de euros.
En el seno de la UE también se está discutiendo un nuevo rescate para Grecia, cifrado en unos 110.000 millones de euros, como el primero que recibió hace 13 meses por los países de la zona del euro y el FMI.
Más allá de estas formalidades, que los mercados europeos recibieron con importantes subidas, el analista Stavros Lygerós se mostró ayer escéptico sobre la efectividad de las medidas adoptadas para salvar a la economía griega.
"No será posible -dijo- que las medidas logren su objetivo" de reducir el déficit a menos del 3 por ciento en 2014 y bajar, al mismo tiempo, la enorme deuda de 355.000 millones de euros.
"Lo que verdaderamente se necesita es que Europa dé más tiempo a Grecia, que le dé un verdadero paquete de ayuda para rescatar a la economía y un Gobierno que lo aplique", remarcó.