Rafael Moneo (Tudela, 1937), maestro de arquitectos, especializado en el uso de la luz como elemento constructivo para crear espacios diáfanos en sus edificios, obtuvo ayer el premio Príncipe de Asturias de las Artes, el primero de los galardones que se ha fallado en la edición de 2012.
Moneo, que ya había optado al premio en más de una decena de ocasiones, se ha impuesto a otras 38 candidaturas procedentes de 25 países y llegó a las últimas rondas de votaciones junto al arquitecto japonés Toyo Ito y al compositor estonio Arvo Part.
El jurado, presidido por el exministro y empresario José Lladó, destaca en su acta tanto su dimensión universal como su obra, que enriquece los espacios urbanos "con una arquitectura serena y pulcra" que le ha convertido en un reconocido maestro que conjuga estética y funcionalidad especialmente en sus interiores diáfanos.
Estos interiores "sirven de marco impecable a las grandes obras de la cultura y del espíritu", según el jurado, uno de cuyos miembros, el director del Museo del Prado, Miguel Zugaza, ha destacado su capacidad de crear espacios para el arte cuya máxima expresión se dio con la ampliación de la mayor pinacoteca española.
Desde que en 1961 ganó el Nacional de Arquitectura hasta que fue nombrado académico de Bellas Artes de San Fernando, Moneo ha sumado los más importantes premios de arquitectura, desde el Pritzker de Arquitectura -considerado el Nobel de esta disciplina- en 1996 al europeo de arquitectura contemporánea, Mies van der Rohe, en 2001.
En España cobró notoriedad por la ampliación del Museo del Prado y del Museo Thyssen de Madrid, la remodelación de la estación de Atocha y del aeropuerto de Sevilla, o el diseño del Museo de Arte Romano de Mérida, del Kursaal de San Sebastián y del Auditorio de Barcelona, entre una larga lista de obras.
Es autor también de la adaptación del Palacio de Villahermosa para albergar la colección de los barones Thyssen, donde la disposición de las pinturas se hace siguiendo un movimiento circular ideado por el arquitecto.
Artífice de la ampliación del Museo del Prado con el claustro de la Iglesia de los Jerónimos, diseñó un proyecto que incluía la construcción de un gran "cubo" que fue muy criticado desde diversos ámbitos, por lo que se vio obligado a introducir algunas modificaciones.
Otra de sus obras más representativas, el Kursaal de San Sebastián, alberga un auditorio, una sala de exposiciones y salas para congresos, y consta de dos grandes cubos de cristal traslúcido, "marca de la casa" del arquitecto.
"He recibido un regalo con el que no contaba y que ha sido una sorpresa", dijo a Efe tras la concesión del Príncipe de las Artes coincidiendo con su 75 cumpleaños.