El Parlamento de Cataluña aprobó ayer una propuesta de pacto fiscal avalada en su integridad por CiU, ICV-EUiA y ERC y apoyada parcialmente por el PSC, aunque tanto los socialistas como el PPC se han desmarcado de los puntos que hacían referencia a la columna vertebral del modelo: la hacienda propia.
Con el pleno extraordinario celebrado ayer se cierra el primer capítulo de la reivindicación del pacto fiscal, el de la negociación interna en Cataluña, y a partir de ahora el Govern de Artur Mas se tendrá que ver las caras en la mesa negociadora con el Ejecutivo central, que ya ha dejado claro que su prioridad no es otra que el combate contra la crisis económica.
Después de meses de negociaciones, especialmente en los últimos días, CiU ha preferido mantener su apuesta por un modelo que prevea una Agencia Tributaria de Cataluña que sea "la única" que gestione los tributos que pagan los catalanes, lo que garantizaría que la llave de la caja permanezca en manos de la Generalitat.
Otra de las grandes novedades del modelo es que la aportación catalana al Estado para pagar los servicios que presta en Cataluña y para contribuir a la solidaridad interterritorial será acordada de manera bilateral y revisada cada cinco años.
La propuesta definitiva fue pactada en buena medida con ERC, con el aval asimismo de ICV-EUiA, pero en cambio la reclamación de una hacienda propia alejó al PSC del acuerdo en el núcleo duro del modelo, aunque los socialistas sí se avinierona votar a favor de otros aspectos menos esenciales de la propuesta.
En las filas socialistas había cierto malestar con ERC, a la que acusan de haber enmendado el punto de la propuesta inicial del Govern referido a la Agencia Tributaria para evitar que el PSC se sumase.
El PPC, que había anunciado que se abstendría, cumplió sólo en parte su previsión y votó en contra de los cuatro apartados del texto donde queda definida la Agencia Tributaria catalana.