Después de medio siglo de carrera y setenta de vida, Bob Dylan mantiene en vilo a sus seguidores con la inminente publicación de su nuevo álbum, "Tempest", una colección de diez canciones que sale a la venta mañana martes.
La expectación generada por "Tempest" ha sido alimentada por las críticas que hablan de la excelencia del álbum número 35 de la discografía de Dylan, cuyo sencillo, "Duquesne Whistle", puede escucharse en la red desde hace unos días, acompañado por un brillante vídeo firmado por el realizador australiano Nash Edgerton.
Con sus aires de "saloon", "Duquesne Whistle" -coescrita con Robert Hunter- es el perfecto arranque de un viaje por caminos polvorientos, aguas pantanosas y noches profundas por los que Dylan arrastra su voz de lija acompañado por su equipo habitual: Tony Garnier (bajo), George G. Receli (batería), Donnie Herron (guitarra steel) y Charlie Sexton y Stu Kimball (guitarras).
Al experimentado grupo de músicos que le siguen por todo el mundo en el ya mítico Tour Interminable se ha unido de nuevo en las sesiones de grabación David Hidalgo, de Los Lobos, que aporta un toque fronterizo al sonido austero y clásico que marca todo el disco.
En "Tempest" (Sony), Dylan se muestra como un narrador incontenible de principio a fin. Las letras del álbum son textos descarnados que se desarrollan en relatos en ocasiones increíblemente largos.
Es el caso del tema que da nombre al disco, que cuenta en 14 minutos la tragedia del "Titanic". Son casi cincuenta estrofas, sin estribillos, y con referencias a la película de James Cameron y su protagonista, Leonardo Di Caprio: "Leo tomó su cuaderno de dibujo/ El era a menudo tan dispuesto/ Cerró los ojos y pintó/ El paisaje en su mente".
Dylan estira su sombra por poblados remotos, como "Scarlet Town", donde canta: "En Ciudad Escarlata, donde nací/ Hay hojas de hiedra y espinas de plata", camina por el desierto en "Narrow Way" y le vence el desamor en "Soon After Midnight".