El lanzamiento de un cohete de largo alcance por parte de Corea del Norte desató ayer duras críticas de la comunidad internacional, con sus vecinos Corea del Sur y Japón a la cabeza a la hora de pedir nuevas sanciones para el régimen comunista de Pyongyang.
El cohete norcoreano Unha-3 logró ayer poner en órbita un satélite, en una acción tachada de "desafío" y "provocación" por Seúl y Tokio, que, como EEUU y sus aliados, creen que la operación escondió una prueba de tecnología de misiles.
Corea del Sur, al que el lanzamiento pilló en plena campaña a las elecciones presidenciales del día 19, tardó muy poco en condenar lo que consideró "una clara violación de las resoluciones 1718 y 1874 del Consejo de Seguridad de la ONU".
Ambas prohíben cualquier lanzamiento con tecnología de misiles balísticos a Pyongyang, que según los expertos habría utilizado para su lanzadera una versión mejorada del sistema de propulsión del misil de largo alcance norcoreano Taepodong-2.
"Corea del Norte deberá asumir su plena responsabilidad por esta violación", insistió Corea del Sur en un comunicado, en el que aseguró que trabajará de cerca con la comunidad internacional "para adoptar las contramedidas correspondientes".
Japón, por su parte, transmitió una protesta a Pyongyang a través de canales en Pekín, además de calificar el lanzamiento de "extremadamente lamentable e inaceptable" y abogar por nuevas sanciones de la ONU.
Para ello, solicitó una reunión urgente del Consejo de Seguridad, que posteriormente se reunió de forma extraordinaria y condenó el lanzamiento del cohete norteamericano.
Como Seúl, el Gobierno nipón aseguró que trabajará "al unísono" con Corea del Sur y EEUU en ese organismo para responder al lanzamiento del cohete, que sobrevoló la sureña región nipona de Okinawa, donde se habían desplegado varios sistemas antimisiles como medidas de precaución.