El Papa ha solicitado que "en lugar de armamento para la guerra, lleguen ayudas para los que sufren" para que los "cristianos y musulmanes construyan juntos sus países en la paz de Dios", , durante la homilía de la Misa de Nochebuena, celebrada este lunes por la noche en la Basílica de San Pedro.
Así, Benedicto XVI ha recordado a los que viven y sufren en Oriente Próximo y ha rezado "para que allí reine la paz", para que los "israelíes y palestinos puedan llevar una vida en la paz del único Dios y en libertad". También ha pedido por los países colindantes, por el Líbano, Siria, Irak, para que "en ellos se asiente la paz" y para que los cristianos de aquellos países donde ha tenido origen la fe cristiana "puedan conservar su morada". En esta línea, el Pontífice ha recordado la "ciudad de Belén, en todos los lugares donde el Señor vivió, trabajó y sufrió" y ha reclamado que "las personas que se creen en el deber de aplicar la violencia" en el nombre de Dios, deben "comprender lo absurdo" de la violencia y reconocer el verdadero rostro de Dios y ser "hombres de paz".
Por otra parte, el Papa ha evocado la narración del nacimiento de Jesús, donde "los pastores se apresuraron" a ver al recién nacido y ha indicado que "les movía una santa curiosidad y una santa alegría", al respecto. Benedicto XVI ha señalado que "hoy, Dios no forma parte de las realidades urgentes" porque, según parece, "las cosas de Dios pueden esperar".
EL ESTABLO Y LOS REFUGIADOS
Además, Benedicto XVI ha evocado las palabras del evangelista Juan que indica "que no había lugar" para María y José en la posada por lo que fueron al establo. En esta línea, ha resaltado "la gran cuestión moral" de lo que sucede a propósito de los prófugos, los refugiados, los emigrantes. "El hombre está 'lleno de sí mismo', de modo que ya no queda espacio alguno para Dios. Y, por eso, tampoco queda espacio para los otros, para los niños, los pobres, los extranjeros", ha lamentado.
En este sentido, el Papa ha advertido sobre el riesgo del no tener "tiempo para Dios" porque "cuánto más eficaces son los medios que permiten ahorrar tiempo, menos tiempo queda disponible" por lo que, según ha apuntado, todo lo que se refiere a Dios "nunca parece urgente" ya que el "tiempo ya está completamente ocupado".
Así, el Pontífice ha exhortado a la "conversión" para estar "vigilantes ante su presencia" y para crear en el interior "un espacio para él" y que, de este modo, sea posible reconocerlo también "en los niños, en los que sufren, en los abandonados, los marginados y los pobres de este mundo".
En esta línea, el Pontífice ha destacado que los ángeles que rodean al niño tienen "la alegría de percibir la gloria de Dios" por lo que ha invitado a dejarse "embargar de esta alegría" porque "existe la verdad" y ha alegrarse esta noche "de este hecho".
MONOTEÍSMO
El Papa ha indicado que "el monoteísmo ha servido en la historia como pretexto para la intolerancia y la violencia" y ha apuntado que "es verdad que una religión puede enfermar y llegar así a oponerse a su naturaleza más profunda, cuando el hombre piensa que debe tomar en sus manos la causa de Dios, haciendo así de Dios su propiedad privada". Por ello, ha invitado a "estar atentos contra esta distorsión de lo sagrado".
El Pontífice ha resaltado que "en el transcurso de todos estos siglos, no se han dado ciertamente sólo casos de uso indebido de la religión, sino que la fe en ese Dios que se ha hecho hombre ha provocado siempre de nuevo fuerzas de reconciliación y de bondad". Al concluir su homilía, el Papa ha invitado a ir "a Belén" para "atreverse a dar el paso que va más allá" y salir de los hábitos de "pensamiento y de vida". Tras finalizar la celebración de la misa de la noche de Navidad en la Basílica vaticana, que ha comenzado a las 22,00 horas, el Papa se ha dirigido al belén que preside una de las capillas laterales de la Basílica para bendecirlo.
Ayer Benedicto XVI impartió al mediodía la bendición 'Urbi et Orbi' (a la ciudad y al mundo) desde la fachada de la Basílica de San Pedro, desde donde también felicitó por la Navidad, como ya es tradición, en muchos idiomas.