Los terroristas de los atentados de Cataluña podrían haber fabricado entre 100 y 150 kilos de explosivo TATP con los 500 litros de acetona que habían adquirido, según los expertos en este área, que advierten que al tratarse de un material altamente sensible se suele elaborar en pequeñas cantidades.
Fuentes militares y policiales han explicado el funcionamiento de este tipo de explosivo, conocido como «la madre de Satán», que los miembros de la célula de Ripoll estaban manipulando en el chalé de Alcanar (Tarragona) cuando, el pasado miércoles, les estalló en pleno proceso de preparación.
Para elaborar TATP, el explosivo que usa el Dáesh en sus atentados en Europa, se necesitan tres elementos relativamente accesibles: un ácido fuerte como el sulfúrico, peróxido de hidrógeno (agua oxigenada) y acetona.
Según las fuentes, con la gran cantidad de acetona que los yihadistas habían adquirido a principios de enero, tal y como consta en un comprobante hallado en el chalé, se podrían haber fabricado entre 100 y 150 kilos de TATP, una cantidad muy grande si se compara, por ejemplo, con un proyectil de artillería de 155 milímetros, que tiene tan solo 35 kilos en su interior.
Sin embargo, otras fuentes aclaran que al ser un explosivo tan altamente sensible no se suele fabricar en tanta cantidad, sino en dosis más bajas.
«Fabricarlo es fácil, vas a una droguería y compras lo que hace falta», resumen las fuentes para añadir que su elaboración es luego mucho más complicada, ya que se trata de un explosivo altamente inestable y muy sensible al calor o a fricciones.
Además, durante el proceso de manipulación tiene que estar a una temperatura baja y muy estable, ya que de lo contrario estalla, como ocurrió en Alcanar.
El Dáesh publica en internet manuales sobre cómo hacer TATP que supuestamente consultaban los terroristas de Ripoll y aconseja a sus miembros elaborarlo, aunque en algunas ocasiones estos yihadistas han usado explosivo militar si han podido tener acceso a él, un material mucho más seguro y que se asemeja a la plastilina.
La «madre de Satán» puede presentar morfología de polvo seco o de gel, aunque es en el primer formato cuando tiene más potencia y, al mismo tiempo, más facilidad para estallar.
En el caso de los yihadistas de Cataluña, se disponían a usar el explosivo seco, tal y como se desprende de la declaración del único superviviente de Alcanar, que detalló a los Mossos que estaban esperando a que secase para cargar las furgonetas y atentar en monumentos de Barcelona como la Sagrada Familia.
Según los expertos, una vez hechas las mezclas la última fase de la elaboración es el secado, que tarda de 24 a 48 horas, tras lo que el explosivo se debe usar en las siguientes semanas, puesto que se evapora y desaparece.
El TATP lo usan habitualmente los yihadistas del Dáesh para llenar los cinturones de explosivos (en Alcanar se encontró uno auténtico) y se suele meter en papel de horno o celofán, o bien en tubos, donde se vierte el polvo y se compacta con mucho cuidado.
«Cualquiera no sirve» para hacerlo, indican las fuentes, y hay que tener experiencia en manejo de explosivos, de la que seguramente carecía la persona que los estaba manipulando en Alcanar.
Y si esos materiales para fabricar TATP son relativamente fáciles de obtener, no lo son los detonadores, un elemento clave que acciona la bomba y que son de dos tipos: eléctricos, que funcionan con corriente, y pirotécnicos, dotados de una mecha.
El detonador no es fácil de fabricar de forma casera y en los otros atentados del Dáesh en Europa fueron robados de canteras o de instalaciones militares, pero en el caso de Cataluña aún no se han encontrado.
Sí se han hallado pulsadores, que se colocan entre el detonador y la batería y que vendrían a ser el interruptor de la bomba.
En la casa de Alcanar donde se manipulaban los explosivos también se encontraron un centenar de bombonas de butano, algunas llenas y otras vacías, que los terroristas podrían haber usado de dos maneras.
Las llenas se pueden colocar junto al TATP para que exploten «por simpatía», lo que multiplica el efecto de las bombas y crea una bola de fuego muy letal.
Las vacías, por otra parte, se pueden cortar y abrir para usarlas como contenedores para el explosivo, tal y como hacía en su día ETA con elementos como ollas metálicas.
Dentro se puede meter metralla, cosa que podrían haber querido hacer los terroristas puesto que en Alcanar se encontró gran cantidad de clavos.