La Audiencia Nacional ha condenado a entre 2 y 13 años de prisión a los ocho jóvenes acusados de agredir a dos guardias civiles y sus parejas en Alsasua (Navarra) en octubre de 2016, pero no ve en su actuación el carácter terrorista que les imputaba la Fiscalía a pesar de la «notabilísima gravedad de los hechos».
La sección primera les condena por delitos de atentado a agentes de la autoridad, lesiones, desórdenes públicos y amenazas, pero no de carácter terrorista, tal y como pedía la Fiscalía, porque no considera acreditado que las agresiones tuviesen una finalidad de este tipo, ni que se cumpla ningún requisito para condenarles por esos delitos.
En la sentencia, el tribunal aprecia las agravantes de abuso de superioridad y de odio y considera probado que los acusados actuaron movidos por la animadversión y menosprecio a la Guardia Civil y por motivos ideológicos, pero no en ve su acción ningún vínculo con ETA.
El testimonio de María José es estremecedor: «Recuerdo el odio y la saña con la que daban a Óscar [el teniente] en la cabeza. Protegí a Óscar más que a mí misma, porque si no Óscar hubiese tenido secuelas mucho más graves. Nadie salió en nuestro auxilio, nadie trató de frenar el ataque o de llamar a la policía o la ambulancia. La gente lo alentaba y aplaudía. Temí por mi integridad y sobre todo por la vida de Óscar». Y ni una feminista ha dicho ni pío en defensa de las parejas de los guardias civiles salvajemente agredidos, pese a que «Me da miedo volver a Alsasua, no he vuelto desde aquel día, perdí mi vida, mi hogar, todo. Lo perdí todo.»