La primera víctima conocida de Jorge Ignacio Palma en su operativa de encuentros sexuales con cocaína ha detallado en el juicio por el homicidio de tres chicas y los abusos sufridos por otras ocho la extrema frialdad con la que actuaba este colombiano de 40 años, así como su obsesión e insistencia con peligrosas prácticas con grandes cantidades de cocaína. Esta mujer, que sobrevivió a un encuentro con el acusado en julio de 2018, le ha reconocido este martes en la sala de la Audiencia de Valencia entre sollozos y una gran nerviosismo, ha afirmado que le denunció «para que no siguiese matando» y le ha llamado «monstruo y asesino», pese a las advertencias de la presidenta del tribunal. La joven ha admitido haberse dedicado durante años a «trabajadora sexual» y ha destacado la extrema frialdad del procesado, una «persona tranquila que sabía lo que hacía», al tratar de drogarla, de forma insistente, con grandes cantidades de cocaína.
«A nosotras nos enseñan a fingir que consumimos. Solemos tratar con hombres ebrios, drogados o fumados», ha explicado y ha detallado cómo el procesado llevó a la cita, en una vivienda de la ciudad de Valencia, una «gran bola» de cocaína y un azulejo sobre el que preparó, de entrada, cuatro rayas. «Después me propuso hacerme un masaje con aceite, le vi que llevaba la mano cerrada... A medida que iban pasando los minutos me sentía el corazón rápido, sudores fríos... Después me pidió hacer el 69 y ahí fue cuando me introdujo droga en las partes íntimas, la vagina y el ano», ha explicado esta mujer para detallar cómo el acusado le fue aplicando cocaína en diversas partes del cuerpo. Al sentirse mal, la mujer se metió a la ducha y comprobó que le había metido pequeñas rocas de cocaína en la vagina.
Al regresar a la habitación, el acusado le pidió que le practicase sexo oral, momento en el que la víctima se dio cuenta de que el acusado también se había impregnado sus genitales con cocaína. «Le dije a la 'mami' -la mujer que regentaba el piso de esos encuentros sexuales- que me dejase salir, que me había drogado. Él se vistió, me dio un beso en la frente y dijo 'pobre chica, cómo le gusta la droga'. Yo me cambié como pude y me fui al hospital. Allí me desmayé, luego me dijeron que cinco minutos más y hubiese muerto», ha explicado esta víctima. No fue hasta meses después, en diciembre de 2019, cuando vio de nuevo la imagen del procesado en los periódicos y la televisión -a raíz de la desaparición de Marta Calvo- y acudió a la Guardia Civil. Uno de los abogados de las acusaciones ha preguntado a esta mujer en qué consiste la «fiesta blanca» que solicitan algunos clientes de los prostíbulos, a lo que ella ha respondido que es «acompañar al cliente a esnifar, nunca introducir cocaína en los genitales».
La abogada de Jorge Ignacio Palma ha preguntado a esta testigo cuál era su situación legal en España, por si tuviese intereses espurios para situarse como víctima y obtener beneficios a la hora de regularizar su situación, pero la mujer ha respondido que tenía sus papeles en regla. Por su lado, el jefe del grupo de Homicidios de la Guardia Civil de Valencia ha explicado que todas las víctimas acudieron a denunciar los hechos tras conocerse la desaparición de Marta Calvo y que se buscaba a Jorge Ignacio Palma. «Reconocieron al acusado por sus fotos o la fachada de la casa que tenía en Manuel (un pueblo del interior de Valencia). Todas han referido el mismo patrón, un contacto por Whatsapp, el deseo de una 'fiesta blanca', una gran cantidad de cocaína, mucha insistencia en el consumo, introducción de droga en la vagina y el ano, estados de somnolencia e incluso pérdida de conciencia. Tres de las víctimas hablan de que sufren alteraciones de conciencia tras beber una copa que les ofrece», detalla este agente.
Por otra parte, los doctores del Instituto de Medicina Legal (IML) de Valencia que han comparecido como peritos han explicado que las jóvenes que sufrieron intoxicaciones tras los encuentros sexuales con el acusado posiblemente estuvieron expuestas a alguna otra sustancia, además de la cocaína. Estos especialistas han llegado a esta conclusión tras observar los atestados policiales y comprobar que varias de las supervivientes refirieron reacciones de adormecimiento o desmayos, y han advertido de que la cocaína produce efectos contrarios, euforizantes. Es posible, según estos doctores del IML, que la cocaína que llevaba Jorge Ignacio Palma estuviese contaminada o adulterada, o bien que fuese mezclada con otros tóxicos. Asimismo, han insistido en que la cocaína es soluble y que en caso de aplicarse en una mucosa, como la vagina o el ano, desaparecería, y que por eso les llama la atención que algunas mujeres encontrasen rocas de cocaína en su cuerpo tras encuentros sexuales con el acusado.