Algeciras está velando en las últimas horas al sacristán Diego Valencia, asesinado el pasado miércoles cuando, tras una misa, recogía el altar y fue sorprendido por el ataque a las iglesias de la ciudad perpetrado por el marroquí Yassine Kanjaa que le agredió con un gran machete invocando a «allah» . Diego Valencia, de 65 años, casado y con dos hijos, era una persona muy querida en Algeciras, especialmente por su vinculación al mundo cofrade y porque regentaba una floristería en la ciudad. Su cuerpo fue trasladado anoche a la Iglesia Nuestra Señora de La Palma, a cuyas puertas murió el sacristán a última hora de la tarde del pasado miércoles.
Allí se ha instalado la capilla ardiente, para que los algecireños se despidan del sacristán asesinado en un ataque que ha conmocionado a la ciudad. A las 13:00 se celebrará el funeral en su memoria. El detenido ha sido trasladado esta madrugada a Madrid, para ser conducido a la Comisaría General de Información.
El juez de la Audiencia Nacional Joaquín Gadea ha autorizado la petición de los investigadores de prorrogar su detención hasta agotar los cinco días máximos que permite la ley en casos de terrorismo. El juez considera provisionalmente que actuó guiado por una «voluntad terrorista» que vincula, al menos en principio, con el «salafismo yihadista».
El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, dijo ayer en Algeciras que además de la motivación terrorista, las pesquisas no han dado por cerradas otras hipótesis posibles. Mientras, algunos compañeros de la casa en ruinas en la que vivía desde hace un año el detenido relataron anoche a EFE que creen que «no está bien de la cabeza» y que había empeorado desde hace uno o dos meses, cuando dejó de beber alcohol y drogarse, empezó a rezar y se volvió «cada vez más agresivo, más paranoico y más raro» , incluso amenazando con el machete y agrediendo a algunos de ellos, marroquíes y musulmanes como él.