Uno de los grandes impulsores del escenario internacional actual es el papel de las tierras raras y cómo las potencias articulan su acopio y tratamiento, a sabiendas que se trata de un recurso clave en los tiempos actuales. En este sentido, el Gobierno de España mantiene una postura prudente frente a las acciones de China, el gran actor mundial en este sector vital para la innovación y la tecnología. Este martes la secretaria de Estado española de Comercio, Amparo López Senovilla, defendió antes de la reunión informal de Comercio de la Unión Europea (UE) que es necesario estudiar primero a fondo la situación creada antes de dar una respuesta al reciente anuncio de Pekín de imponer nuevas restricciones a la exportación de tierras raras.
El escenario geopolítico y económico global se ve cada vez más influenciado por el control y la gestión de los recursos estratégicos, especialmente las tierras raras. Estos elementos, cruciales para la innovación y la tecnología moderna, son objeto de una intensa competencia entre las grandes potencias. En este contexto, el Gobierno de España mantiene una postura de cautela y análisis profundo ante las recientes acciones de China, el actor dominante a nivel mundial en este sector vital.
La preocupación es palpable en los círculos económicos y políticos europeos. Dada la dependencia de la Unión Europea de estos materiales, cualquier alteración en el suministro desde China genera una considerable inquietud. «Tenemos que estudiar este asunto. Estamos muy preocupados porque puede afectar a nuestra cadena de suministro. Debemos considerar qué tipo de respuesta damos a nivel europeo y nacional», declaró López Senovilla a su llegada a la reunión, celebrada en la localidad danesa de Horsens, al oeste del país. Esta declaración refleja la inquietud generalizada sobre las posibles repercusiones en la industria y la economía del continente, que dependen en gran medida de estos materiales para la fabricación de componentes electrónicos, vehículos eléctricos y tecnologías de energía renovable.
La secretaria de Estado se mostró particularmente prudente al abordar la posibilidad de sanciones, aunque no descartó que las restricciones a las exportaciones europeas a China pudieran ser una opción en el futuro. Su discurso se centró en la imperiosa necesidad de reducir la dependencia de China en este ámbito. «Debemos estudiar todo eso, porque China podría ser un aliado estratégico, claro, pero al mismo tiempo debemos afianzar nuestra seguridad económica, reducir nuestra dependencia y preservar nuestra autonomía estratégica, así que debemos estudiar toda la situación y tomar las mejores medidas», explicó, enfatizando la complejidad de la relación bilateral y la importancia de salvaguardar los intereses económicos y estratégicos de España y la UE.
La postura de España, articulada por López Senovilla, se alinea con una visión pragmática que busca equilibrar la cooperación con la protección de los intereses nacionales. Al ser preguntada sobre las relaciones con el gigante asiático, López Senovilla afirmó que España defiende la inversión y el comercio con valor añadido, «de China o de donde sea», siempre que sirva para crear puestos de trabajo y fomentar la transferencia de tecnología. La reunión informal de Comercio de la UE en Horsens, celebrada este martes, incluye como ejes centrales el nuevo acuerdo marco con Estados Unidos y, de manera prominente, la seguridad económica.
Este último aspecto es considerado por López Senovilla como absolutamente clave en la agenda europea actual. La secretaria de Estado de Comercio enfatizó la urgencia de una estrategia de diversificación robusta para mitigar los riesgos asociados a la concentración de proveedores. «La diversificación es esencial. Esperamos que se cierre el acuerdo con el Mercosur antes de que finalice 2025 y que profundicemos las relaciones con los países del Golfo y de Asia», aseveró, destacando además la relevancia del mercado interno europeo, con sus más de 450 millones de consumidores, como un pilar fundamental para la estabilidad económica y la resiliencia ante shocks externos.
Las tierras raras son un grupo de diecisiete elementos químicos metálicos que poseen propiedades únicas, lo que los hace indispensables en una vasta gama de aplicaciones tecnológicas modernas. Aunque su nombre sugiere escasez, no son particularmente raras en la corteza terrestre; lo que sí es poco común es encontrarlas en concentraciones económicamente viables para su extracción y procesamiento. Su importancia radica en su uso en la fabricación de imanes permanentes de alta potencia, catalizadores, pantallas de dispositivos electrónicos, láseres, baterías recargables, y componentes esenciales para la industria de defensa. Son, por tanto, la columna vertebral de la economía digital y verde, desde los teléfonos inteligentes y ordenadores hasta los vehículos eléctricos, turbinas eólicas y sistemas de misiles guiados. La capacidad de un país para acceder y procesar estos materiales es un indicador directo de su potencial tecnológico y su autonomía estratégica en el siglo XXI, lo que explica la intensa competencia global por su control. Actualmente China acapara un noventa por ciento del mercado, y solo Japón tiene una cierta autonomía en este ámbito.
La Unión Europea ha reconocido la criticidad de las tierras raras y otras materias primas esenciales para su futuro industrial y tecnológico. En respuesta a esta vulnerabilidad, la UE ha puesto en marcha diversas iniciativas, como la Ley de Materias Primas Críticas (CRMA, por sus siglas en inglés). Esta legislación busca garantizar un suministro seguro y sostenible de materias primas críticas mediante el establecimiento de objetivos ambiciosos para la extracción, el procesamiento y el reciclaje dentro de la UE, así como la diversificación de las importaciones. La estrategia europea también incluye la creación de alianzas estratégicas con terceros países, la inversión en innovación para la sustitución y el reciclaje, y el fortalecimiento de la capacidad de procesamiento interno. El objetivo es reducir la dependencia de un único proveedor y construir una cadena de suministro más robusta y autónoma, esencial para la competitividad y la resiliencia económica del bloque.