Jorge Mayo tuvo un pequeño accidente doméstico con graves consecuencias y acudió a las redes sociales para encontrar una solución. Lo curioso es que cientos de usuarios se pusieron en los zapatos de Jorge y se exprimieron el ingenio para ayudarle.
Empecemos por el principio. Jorge estaba fregando los platos cuando sin querer rompió la taza de un perro salchica azul en la que su mujer desayuna desde que tiene seis años. La pobre quedó hecha añicos.
De este modo, el usuario publicó una instantánea de los trocitos y otra anterior en la que la taza estaba intacta y podía apreciarse su apariencia previa a romperse. No era muy bonita, ningún prodigio del diseño, pero su esposa sentía un fuerte apego al objeto doméstico.
A partir de aquí empezó la movilización de la gente. Unos aconsejaban extraer el diseño para plasmarlo sobre una taza nueva. No sería la original pero en cambio sería una fiel reproducción. Hubo quien la localizó en alguna plataforma digital de compras.
Alguien, con humor, proponía darle el teléfono de un abogado especializado en disoluciones matrimoniales, hasta que -oh sorpresa- empezó a aparecer personas con exactamente la misma taza en casa. No es un hecho baladí, pues esa taza tiene un montón de años y habrá tenido miles de oportunidades de romperse y acabar en la basura.
No faltó quien propuso arreglar el entuerto con unas gotas de pegamento fuerte de contacto, una respuesta poco realista, dado el nivel de estropicio en la taza.
Cientos de comentarios después y «abrumado por toda la ayuda recibida», Jorge Mayo ha compartido este miércoles el final de la historia con aquellos que seguían de cerca e intrigados el desarrollo de los acontecimientos.