El artesano chocolatero portugués Daniel Marcelino Gomes, natural de la ciudad lusa de Leiria, ha conquistado los paladares de las personas más ricas del mundo gracias a la creación de un bombón elaborado con oro de 23 quilates, que cuesta 7.728 euros y que «es el más caro del mundo».
«Es una gran sorpresa para las personas cuando lo ven», aseguró este martes, ya que es una pieza muy pequeña y vale mucho dinero, comentó. Los más curiosos podrán ver este bombón el 17 y 18 de marzo en la ciudad portuguesa de Óbidos, próxima a Leiria, en el marco de su Festival Internacional de Chocolate.
El bombón tiene forma de diamante, para realzar aún más su característica de producto exclusivo de lujo, una altura de 3 centímetros y de anchura 2,5 centímetros.
Según Gomes, la idea surgió hace tres años, cuando su empresa quiso catapultarse para un «segmento de lujo», con el fin de llegar a los consumidores más caprichosos y con un alto poder adquisitivo.
A la pregunta de si se puede comer el oro, el maestro chocolatero portugués aseguró que «el oro se come desde hace más de mil años». En cantidades muy pequeñas, el consumo de oro «es beneficioso para la sangre», agregó.
Eso sí, en la boca, «el oro no sabe a nada», motivo por el que el sabor de este bombón se caracteriza por otros ingredientes.
La pieza de chocolate, cada una con un registro de serie y personalizada con el nombre del comprador, es elaborada durante tres semanas y precisa de «mucha paciencia y de mucha calma», esos son los ingredientes esenciales, manifestó.
Además del azúcar -en muy poca cantidad-, el bombón lleva filamentos de azafrán, trufa blanca, aceite de trufa blanca, vainilla de Madagascar y escamas de oro.
Lo más complicado es, precisamente, el final del bombón, cuando Daniel Marcelino Gomes tiene que colocar las finas virutas de oro, que «se pueden romper con mucha facilidad». «Es como un trabajo de un joyero, ya que hay que hacerlo todo con mucha tranquilidad», insistió.
Una vez creada la pieza exclusiva de bombón, su sabor «también es único», ya que «en un principio sabe a tierra, debido a la trufa y al azafrán, y más tarde la boca se refresca con el sabor de la vainilla de Madagascar».
De momento, este bombón tan caro y distinguido ya se ha vendido en los Emiratos Árabes Unidos, sobre todo en Dubái, y en países como Rusia, Argentina o Angola. «No puedo revelar el nombre de ningún comprador y tampoco puedo decir cuántos bombones de oro he elaborado desde que comenzara a fabricarlos en el año 2015», explicó el repostero luso, de 35 años.
Cada bombón lleva su propio registro único y en total fabricará una serie limitada de mil ejemplares.
El halo de gula se complementa con el propio envoltorio del bombón, ya que se entrega bajo una campana elaborada con 5.500 cristales de «swarovski» y decorada también con un adorno de oro.
De momento, el objetivo de este maestro chocolatero portugués es seguir conquistando los paladares y bolsillos más exclusivos del mundo, capaces de pagar por un bombón 7.728 euros(9.521 dólares). La siguiente cita será en Mónaco, país al que acudirá el cocinero para presentar su joya gastronómica el próximo abril.