El flotador o los manguitos no son suficientes para prevenir el ahogamiento de un niño. El primero porque corre peligro de volcarse y los segundos porque pueden resbalarse y desprenderse. Entre los dispositivos de seguridad acuática para los niños el mejor es un chaleco homologado y de la talla correspondiente. Sin embargo, lo infalible para prevenir un ahogamiento, es no quitarle el ojo de encima al peque que se va al agua.
Precisamente con esta etiqueta #OjoPequeAlAgua nació hace tres años la campaña de prevención on line de la mano de Pilar Naval y su amiga María Ángeles Miranda, de la Asociación Nacional de Seguridad Infantil. Difunden consejos de seguridad y desde hace un año tienen su propia web y perfil en redes. Este sábado además, celebran la jornada anual ?pequeagüera? en la que piden la máxima difusión a los usuarios de redes y su complicidad aportando fotos con el símbolo de la campaña a través de Twitter, Facebook e Instagram.
Su éxito ya ha llegado hasta Costa Rica donde han viajado para compartir su experiencia.
17 muertes en España
El objetivo es bajar la cifra de ahogamientos infantiles en verano. A día de hoy en toda España ya han contabilizado 17 muertes de menores de entre las 232 producidas a 31 de julio. De éstas, un 2,6 % han sido en Baleares, aunque ninguna, de momento, es infantil.
Aún así «hay que concienciar a todo el mundo de cuáles son los peligros y cuáles las soluciones y poder bajar la cifra», explica Naval.
¿Y cuál es la clave? Lo imprescindible es no perder de vista a los pequeños, sin embargo hay hasta 80 recomendaciones más que difunden a través de posts. Algunas pueden parecer obvias y otras pasar desapercibidas. «Cuando en la orilla de la playa hay espuma blanca por todo menos en un trozo tendemos a entrar por donde está limpio cuando es donde está la corriente», alerta esta entendida.
Según los datos que manejan los niños más pequeños, de hasta cinco años, se ahogan en piscinas privadas así que «agáchate, ponte a su altura y verifica por dónde se te puede colar a la piscina». En Mallorca ha habido casos de niños que acceden al agua mientras sus padres duermen. Para estos casos también existen las alarmas de inmersión, es decir, pulseras que pitan cuando el niño se sumerge. Pueden adquirirse en las empresas de seguridad.
El peligro no termina cuando el menor aprende a nadar, alertan. «Una caída, un calambre o que el niño se agote porque no sabe medir su fuerzas» son otros peligros que se mantienen. Al llegar a la adolescencia «lo importante es que hayan tenido una prevención durante la infancia, que sepan qué significa la bandera roja o amarilla o hagan caso al socorrista». Entre las imprudencias más comunes están los que no saben nadar y no lo reconocen por vergüenza o el tirarse de las rocas sin conocer el fondo.