Limpiar las hojas de las plantas - cuando éstas son de interior y no pueden recibir directamente el agua de la lluvia- no solo es una cuestión de estética sino, fundamentalmente, de salud. Quitar el polvo acumulado sobre las hojas ayuda a que las plantas respiren, ya que de esta manera se arrastra la suciedad acumulada sobre sus poros facilitando su proceso de fotosíntesis.
Si no tenemos en cuenta este proceso, se reducirá la cantidad de luz solar que reciben y es probable que la planta enferme - poniéndose amarillenta y dejando de crecer- y que incluso muera. Los expertos recomiendan realizar esta tarea, al menos dos veces al mes.
Hay dos asuntos claves a tener en cuenta. El primero, es que la única parte de la planta que debe limpiarse son las hojas (ni tallos ni flores) comenzando desde la base y avanzando hacia la punta. Conviene también retirar las hojas muertas, tanto las que están en la planta como las que se han caído en la maceta, ya que éstas obstruyen la tierra e impiden que pueda absorber bien el agua del riego.
El segundo aspecto importante es el tamaño y forma de la hoja. Se puede establecer la siguiente clasificación:
Plantas de hoja grande: Pueden limpiarse fácilmente utilizando una bayeta de microfibra mojada en agua u otro producto alternativo (algunos los veremos a continuación).
Plantas de hoja pequeña: En este caso el mejor sistema es pulverizarlas con agua y sacudirlas suavemente.
Plantas de hojas aterciopeladas: Lo mejor es utilizar un pincel o un cepillo de pelo suave (mojado o no) para evitar dañarlas.
Plantas con flores: Como ya hemos comentado antes, no hay que tocar las flores porque son muy frágiles. Si están secas, quitarlas.
Plantas tipo cactus: Lo ideal también es un pincel o un cepillo de dientes viejo, que nos ayudarán además a protegernos de sus espinas. No es necesario utilizar agua.
Plantas colgantes: Estas se pueden descolgar para seguir el siguiente procedimiento: las ponemos boca abajo -sujetando bien la tierra de la maceta con la otra mano- y las sumergimos durante un rato en agua tibia dentro del fregadero, lavabo o bañera.
Agua: El agua es el mejor 'producto' para limpiar las hojas de las plantas. En el caso de que estén muy sucias se puede preparar un solución jabonosa añadiendo unas gotas de jabón o gel. Si se utiliza esta segunda opción, hay que aclarar las hojas después solo con agua.
Otros abrillantadores naturales que pueden utilizarse una vez retirado el polvo son:
Aceite: otra opción para abrillantar las hojas es pasarles el paño unas gotitas de aceite de oliva.
Cerveza o leche: La cebada de la cerveza es beneficiosa para las plantas y les aporta vigor. Basta con mojar una esponja o paño, escurrirlo y pasarlo suavemente por las hojas. Otra alternativa es utilizar un poco de leche, que además es un excelente fungicida y ayuda a prevenir la aparición de hongos.
Vinagre: el vinagre es otro producto totalmente ecológico que podemos utilizar para limpiar las hojas. En este caso, conviene diluir un chorrito de vinagre con agua, por ejemplo, en un vaporizador.
Plátano: y por último, la opción más curiosa es frotar la hoja con el interior de una cáscara de plátano.
Ojo, nunca hay que intentar abrillantar las plantas con hojas rizadas o con pelillos.