Abandonaron hace más de un año su hábitat natural en la provincia meridional china de Yunnan y todavía hoy deambulan sin rumbo fijo: 15 elefantes salvajes continúan su particular periplo por los pueblos de la zona -ya llevan más de 500 kilómetros- para asombro de locales, autoridades, especialistas e internautas.
Los paquidermos, oriundos de la región de Xishuangbanna, conocida por su selva tropical y su clima monzónico, migraron hace más de un año hacia el norte de la provincia sin una explicación aparente.
Durante su recorrido, los elefantes se han paseado por diversas localidades ante la atenta mirada de aldeanos y autoridades, que han evacuado carreteras para facilitar su paso y utilizado alimentos como cebo -plátanos japoneses, piñas, maíz- con el fin de atraer su apetito e impedir que entren en zonas densamente pobladas.
En las últimas semanas, los medios locales especularon con su posible irrupción en la zona urbana de Kunming, la capital provincial de Yunnan, pero, en otro inesperado giro de los acontecimientos, la manada marchó en dirección suroeste y se detuvo en Yuxi, una población vecina, donde permanecen hasta la fecha.
En el camino ha quedado uno de estos elefantes asiáticos errantes, que se separó del grupo y que se encuentra ahora a unos 17 kilómetros de la manada, informa la televisión estatal CCTV.
El resto se quedó en Yuxi, bien para esperar al elefante «solitario» o bien porque el clima local allí es similar al de su Xishuangbanna natal, según expertos citados por la cadena china.
Los medios estatales inciden en que la población de elefantes asiáticos salvajes -bajo protección estatal de nivel A, el más elevado en China- que viven en la provincia de Yunnan es de 300 ejemplares por los 193 de 1980, lo que no ha evitado especulaciones sobre si su migración se debe o no a la actividad humana.
La investigadora Pan Wenjing, subdirectora de la Unidad Forestal y del Océano de Greenpeace de Asia Oriental, comenta desde Yunnan que «es muy difícil conocer la razón exacta» de una migración de esta magnitud, aunque incide en que «la pérdida de su hábitat supone un gran desafío» para la protección de los elefantes asiáticos en China.
«Es cierto que la población de elefantes asiáticos ha aumentado en los últimos años, pero eso se debe principalmente a la desaparición de la caza furtiva en la zona. Sin embargo, la superficie de los bosques naturales ha disminuido como consecuencia de la expansión de la actividad humana», comenta.
Según Pan, «aunque es común ver que los elefantes cambien de área, es muy raro que se muevan en distancias tan largas».
«El desplazamiento de los animales salvajes no se circunscribe a los límites de un área protegida, especialmente en lo que respecta a especies tan grandes como esta. Su hogar cambiará si varían factores como su población o su entorno, por lo que es muy importante proteger y restablecer hábitats adecuados, con zonas más amplias, para reducir el conflicto entre los animales y el hombre», añade.
Entretanto, la manada ha acaparado portadas y sus vídeos se han vuelto virales en internet hasta el punto de convertirse en estrellas globales: «La gente ha mostrado una gran curiosidad y los locales han sido muy tolerantes y amables con ellos, aunque les causaran pérdidas económicas», señala Pan, en referencia a los destrozos que provocaron los elefantes en los campos de la zona.
«Si los elefantes se comen los cultivos no pasa nada, sembraremos de nuevo el año que viene. Pero si resultan heridos, no habrá más», comentó esta semana un aldeano de Yuxi a la CCTV.
«Los criaremos aquí si no se van. Tenemos maíz en las montañas y caña de azúcar y arroz en nuestros campos. Que coman todo lo que quieran, que se diviertan todo lo que quieran. Y que descansen en los bosques cuando lo necesiten», agregó otro.
Todo esto, enfatiza la investigadora, es una buena señal: «Significa que la gente está cada vez más concienciada sobre la importancia de proteger la vida silvestre, y supone una oportunidad para que la opinión pública conozca más sobre este tema».
Sobre cómo acabará la odisea de los paquidermos, la experta Pan pide calma, porque «por mucho que se les haga seguimiento, se les bloqueen caminos o intenten atraerles con comida para alterar sus movimientos, ellos tienen sus propias ideas».
«Es imposible obligarlos a que tomen un camino. Tenemos que ser muy pacientes y darles tiempo para que encuentren su camino de vuelta a casa», concluye la investigadora.