La onicofagia se conoce como "morderse las uñas". Un hábito, o más bien manía, que muchas personas tienen y que provoca que tengan unas uñas literalmente destrozadas. Sin embargo, ¿cuándo se inicia este hábito? Por lo general, entre los 4-6 años, según el Consejo General de Dentistas.
Aunque la onicofagia suela relacionarse con un problema estético, en realidad, también tiene repercusiones para la salud. Por eso, hay que saber cuál es la razón por la que se ha adquirido este mal hábito que puede estar relacionado con el estrés, un problema emocional o un trastorno. En estos casos, la intervención de un profesional es fundamental, según explica la FESEMI.
Morderse las uñas puede hacer que aparezcan infecciones. Esto es debido a que las uñas se muerden hasta tal punto que la parte que debería estar cubierta se queda al descubierto. Además, la sangre que puede surgir debido a esta manía puede provocar la pérdida de la uña. Además, también pueden aparecer deformaciones en los dedos de los más pequeños.
Los dientes pueden verse afectados si un niño o un adulto se muerde las uñas con frecuencia. Según el Colegio General de Dentistas, es normal detectar microfracturas y desgastes en el esmalte de aquellos que tienen onicofagia. Los dientes de leche también pueden experimentar lo mismo.
Esto puede provocar que las visitas al dentista sean más frecuentes, ya que aparecerán otros problemas en la boca como aftas o encías inflamadas debido a morderse las uñas con las manos sucias. Pues, las personas con onicofagia no suelen lavarse las manos antes de hacerlo.
Morderse las uñas también puede causar problemas en la propia mandíbula. Los dolores o chasquidos pueden empezar a aparecer al bostezar o al masticar cualquier tipo de alimento. Esto puede generar dolor y que haya problemas articulares a largo plazo que necesiten de una intervención quirúrgica.
También, la onicofagia desde edades tempranas (su prevalencia es de un 30% según los estudios a los que hace referencia el Consejo General de Dentistas) puede provocar problemas de maloclusión. Esto quiere decir que la alineación de los dientes no va a ser la correcta y puede que se necesiten brackets.
A pesar de los peligros físicos que puede generar la onicofagia, no podemos olvidarnos de todos aquellos que están relacionados con la salud mental. Morderse las uñas puede incrementar la sensación de ansiedad ante un encuentro con más personas y causar un problema de autoestima.
Para evitar todos estos problemas de salud, es fundamental que desde jóvenes los niños puedan acudir a profesionales que puedan determinar el origen de la onicofagia para ponerle solución cuanto antes. Solamente así podrán tomarse medidas para evitar que este hábito perdure en el tiempo y termine causando problemas en los dientes, infecciones y malestar psicológico.
Hay casos en los que se les recomienda a los niños aplicarse una especie de pintura sobre las uñas que sabe mal para evitar que se las muerdan. Pero esto no es la solución, sino solo un parche que puede estar provocando que se ignore un problema mayor como un trastorno, estrés, ansiedad, etc.