Óliver ya está en Barcelona en manos de los médicos. El pequeño de dos años enfermo de un tumor cerebral, que se quedó varado en México hasta conseguir un avión medicalizado sufragado por un donante anónimo, ya está a la esperar de una intervención para salvar su vida. Dos días después de lo previsto, la madre y el niño aterrizaron este pasado miércoles por la mañana a la capital catalana, para ingresar en el Hospital Sant Joan de Déu dónde esperan encontrar una solución a la patología del niño.
El menor se encuentra en la planta de pediatría del hospital y está a la espera de los resultados de las pruebas para determinar si debe ser intervenido de urgencias. Fuentes del centro hospitalario han explicado que le están realizando pruebas al menor y, una vez tengan los resultados, podrán concretar los detalles de la operación. Según lo previsto durante la mañana de este jueves se le realizará un TAC y una resonancia. Las pruebas que le hicieron a Óliver hace una semana se han quedado anticuadas, y los médicos quieren comprobar cómo ha evolucionado el tumor.
Los resultados de estas pruebas son decisivos para decidir si Óliver es operado de urgencia o si requiere un espacio mayor de valoración. Los neurocirujanos necesitan conocer el estado exacto del tumor cerebral del menor para abordar con garantías la intervención. Según explicó Alejandro Romero, el padre del pequeño, como el diagnóstico es de otro hospital de otro país, Sant Joan de Déu va a llevar a cabo las pruebas preceptivas para «corroborar toda la información» sobre el tumor, por lo que la operación no será inmediata, ha detallado el padre. Su deseo es que el pequeño Oliver «se recupere y que se ponga bien», ha resaltado su padre, emocionado.
Después de que Oliver dejase de comer y andar, sus padres lo llevaron al médico el 13 de octubre en Cancún, donde residen y, debido al rápido empeoramiento, fue ingresado en un hospital el día siguiente. Dos días después le detectaron un tumor cerebral y el 19 se le practicó un drenaje para eliminar parte del líquido que le hacía presión en el cerebro y por el que «podía morir en cuestión de horas». El menor, que había perdido la capacidad de hablar y tragar, «mejoró un poquito» pero la operación es fundamental y la sanidad pública mexicana dio un plazo de espera para la intervención quirúrgica de tres o cuatro meses.
Sin embargo, el menor tenía una esperanza de vida «de 15 o 20 días, máximo un mes» y, a través de la sanidad privada, la operación puede costar entre 100.000 y 130.000 euros, una cifra que la familia no puede costear. Sin embargo, la donación de un empresario anónimo, permitió trasladar al menor hasta España en un avión medicalizado. «Él asumió todos los gastos sin pedir nada a cambio, solo el anonimato y la factura del cargo ya que la necesita para justificarla en Hacienda», recuerda la familia, quien confirma que además ha seguido muy pendiente de todo y del estado de salud del pequeño.