Las mujeres que experimentan sofocos más intensos tras la menopausia tienen más probabilidades de desarrollar síndrome metabólico e hipertensión arterial, según una investigación presentada en el 25º Congreso Europeo de Endocrinología celebrado en Estambul (Turquía). Las conclusiones de este estudio a largo plazo subrayan la importancia de utilizar terapia hormonal sustitutiva para la menopausia en estas mujeres.
El síndrome metabólico es un grupo de tres o más afecciones que se dan juntas y que aumentan el riesgo de cardiopatías, accidentes cerebrovasculares y diabetes de tipo 2. Estas afecciones incluyen hipertensión arterial, hiperglucemia, exceso de grasa corporal alrededor de la cintura y niveles anormales de colesterol o triglicéridos. Después de la menopausia, las mujeres corren un mayor riesgo de desarrollar síndrome metabólico y enfermedades cardiovasculares.
En este estudio, investigadores de la Universidad Nacional y Kapodistríaca de Atenas (Grecia) examinaron a 825 mujeres sanas de entre 40 y 65 años que habían pasado recientemente por la menopausia, en el Hospital Universitario Aretaieion de Atenas. Realizaron un seguimiento de estas mujeres a lo largo de 15 años, entre 2006 y 2021, y descubrieron que las que sufrían sofocos de moderados a intensos eran más propensas a desarrollar hipertensión y síndrome metabólico. Además, las mujeres que desarrollaban hipertensión o síndrome metabólico eran diagnosticadas antes cuando experimentaban sofocos más intensos, en comparación con las que no los padecían o los tenían más leves.
Estudios anteriores también han demostrado una asociación entre los sofocos y el riesgo cardiovascular; las mujeres que experimentan sofocos tienen un mayor riesgo de desarrollar distintos tipos de afecciones que afectan al corazón y los vasos sanguíneos. Sin embargo, esta asociación nunca se había estudiado a tan gran escala en mujeres con distintos grados de síntomas.
«Nuestro estudio a largo plazo ha sido cuidadosamente diseñado: hemos emparejado a un grupo de mujeres cuidadosamente seleccionadas según la gravedad de los sofocos y su edad, y las hemos seguido durante 15 años», explica la doctora Elena Armeni, investigadora principal. Síntomas como los sofocos y los sudores nocturnos pueden empezar en torno a la menopausia y durar hasta 10 años. Sin embargo, la terapia hormonal sustitutiva (medicación que contiene hormonas que el organismo ya no puede fabricar tras la menopausia) puede utilizarse para tratar los síntomas de la menopausia y proteger la salud a largo plazo, sobre todo en mujeres que sufren sofocos de moderados a intensos.
«Nuestros resultados vuelven a poner de relieve el papel de las estrategias de prevención cardiovascular, como el uso de la terapia hormonal sustitutiva, que deben aplicarse poco después de la menopausia -destaca la doctora Armeni-. Debería animarse a este grupo de mujeres sanas que ya son candidatas a la terapia hormonal sustitutiva a optar por este tratamiento».
Los investigadores se interesan ahora por saber si estos factores de riesgo acumulados causan afecciones cardiacas. «Nuestro estudio muestra que las mujeres más sintomáticas después de la menopausia tienen factores de riesgo cardiovascular más prevalentes, pero no está claro si también tienen más probabilidades de desarrollar cardiopatías, diabetes de tipo 2 o sufrir un ictus», afirma Armeni. «De ser así, las mujeres con síntomas más molestos necesitarán una educación sanitaria adecuada para asegurarse de que seguirán estando en forma y sanas en la vejez», concluye.