La Dirección General de Tráfico (DGT) explica la distinción entre estacionar y acampar autocaravanas y caravanas, una medida que promete simplificar la vida de los aficionados al turismo sobre ruedas y evitar sanciones innecesarias. Esta definición viene a clarificar dos conceptos que a menudo se confunden, pero que tienen implicaciones legales muy diferentes.
Estacionar, según la DGT, se refiere simplemente al acto de detener el vehículo y mantenerlo inmóvil. Para que una autocaravana se considere estacionada debe cumplir con varios criterios específicos: el motor debe estar apagado, el vehículo debe estar en contacto con el suelo solo a través de sus ruedas (sin el uso de patas estabilizadoras u otros dispositivos), no debe ocupar más espacio del que ocupa cuando está cerrado y no debe emitir fluidos ni ruidos al exterior.
Esta definición implica que, mientras el vehículo cumpla con estas condiciones, los usuarios pueden dormir en su interior sin más obligaciones que las que tendría cualquier otro automóvil en términos de regulación de tráfico. Esto facilita el uso de estos vehículos para pernoctar en lugares donde el estacionamiento está permitido, ofreciendo a los viajeros flexibilidad y comodidad sin violar la ley.
Por otro lado, la actividad de acampar se considera cuando se toman acciones que alteran el perfil estándar del vehículo para acomodarse en un lugar por un tiempo extendido. Extender toldos, sacar muebles como mesas o sillas, apoyar la estructura en soportes que no sean las ruedas, realizar vertidos o permitir que elementos del vehículo sobresalgan del perímetro establecido son indicativos de que se ha establecido un campamento más que un simple estacionamiento.
La importancia de esta diferenciación no es menor, ya que la acampada está sujeta a normativas de turismo que varían significativamente entre comunidades autónomas, ayuntamientos, y zonas protegidas como parques naturales o nacionales. Estas entidades tienen la potestad de regular la acampada y establecer sanciones para quienes no cumplan con las regulaciones locales, que pueden ser considerablemente estrictas.
Con estas directrices, se espera que los viajeros puedan disfrutar de sus viajes con una mayor comprensión de lo que está permitido y lo que no, ajustándose a las normativas sin temor a infracciones inadvertidas. Asimismo, esta medida ayuda a preservar el orden en las carreteras y espacios públicos, garantizando que el uso de estos vehículos sea compatible con la conservación del medio ambiente y el respeto a las normas locales de cada región.