En la mayoría de las culturas, el apellido paterno tradicionalmente predomina sobre el materno. Sin embargo, hay algunas excepciones donde el apellido de la progenitora tiene un papel predominante o igualitario.
Una de las culturas más notables en este aspecto es la cultura matrilineal de los Minangkabau en Indonesia. En esta sociedad, que es una de las más grandes y conocidas del mundo con este sistema, la descendencia se sigue a través de la línea materna. Los hijos heredan el apellido y la propiedad de la madre, y el clan materno es el que define la identidad de una persona. Las mujeres Minangkabau son las que poseen y heredan la tierra y la propiedad, lo que les otorga un rol central en la estructura familiar y comunitaria.
Otra cultura donde el apellido materno puede ser relevante es en algunas comunidades judías, donde la identidad religiosa se transmite por la madre. Aunque esto no se refleja necesariamente en el apellido, la descendencia matrilineal es un aspecto importante de la identidad judía.
En Islandia, aunque el sistema de apellidos es predominantemente patronímico, existe la opción de utilizar apellidos matronímicos, lo que refleja la filiación materna. En este sistema, en lugar de tomar el nombre del padre, los hijos pueden llevar un apellido basado en el nombre de la madre. Por ejemplo, si una mujer llamada Sigríður tiene un hijo llamado Ólafur, su apellido podría ser Sigríðarson (hijo de Sigríður), y si tiene una hija, su apellido sería Sigríðardóttir (hija de Sigríður).
En Mozambique, por ejemplo, las comunidades de la etnia Makua practican una estructura de linaje matrilineal, lo que significa que los apellidos y la herencia se transmiten a través de la línea materna. En estas comunidades, los hijos suelen llevar el apellido de la madre y no del padre. Esta práctica refuerza la importancia de la familia materna en la estructura social.
En Kerala, India, específicamente en la comunidad de los Nayars y en algunas otras comunidades matrilineales de la región, la herencia y la propiedad se transmiten a través de la línea materna. Aquí, aunque no siempre se refleja en el apellido, la estructura social pone un fuerte énfasis en el linaje materno.
En España y países hispanohablantes, aunque tradicionalmente se da prioridad al apellido paterno, la legislación permite invertir el orden, colocando el apellido materno en primer lugar si ambos padres están de acuerdo. Esta práctica ha ganado popularidad en los últimos años, especialmente en casos donde el apellido materno es más raro o significativo.