El recién estrenado verano es la época del año habitualmente más castigada con incendios forestales. Las abundantes y excepcionales lluvias de esta primavera son un arma de doble filo contra los fuegos, pues han permitido que crezca gran cantidad de vegetación que, una vez seca por las altas temperaturas, se convierte en "combustible continuado" para las llamas, convirtiéndose en un "potencial" riesgo para esta campaña, según destacan varios especialistas consultados por 20minutos.
Aunque la varita mágica nadie la tiene y el índice de riesgo de incendios es un valor que se publica a diario a nivel local, sí hay condicionantes que marcan la campaña, como las "insólitas" lluvias de esta primavera -la quinta desde 1961 y la tercera del siglo XXI, según los registros de la Aemet-, las temperaturas y la intensidad y duración de las olas de calor. Esta combinación puede resultar en un "altísimo riesgo" por la gran cantidad de pastizales y matorrales que las copiosas lluvias de los meses anteriores han generado, que con las altas temperaturas de junio se han secado y se han convertido en "combustible continuado" que puede acelerar el fuego en caso de incendio.
Así lo explica el José Ramón González Pan, vocal del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales, a 20minutos: "La primavera que hemos tenido, con una lluvia insólita, ha disparado las plantas anuales, que han crecido como hace muchísimos años y se han secado. Ahora, según pase el tiempo, y sobre todo desde Madrid para abajo, el secarral que se va a montar es enorme. Y genera un pastizal alto que va a unir cosas que no nos apetece que se unan. Como no se trabaja en el campo como se hacía en los años 60 y no hay el mismo ganado, lógicamente los pueblos y los montes se van a unir".
Se refiere el especialista a que este año "tenemos una continuidad de combustible, una especie de superpradera alta altamente combustible" con una "velocidad de propagación es mucho más alta". Este pastizal ahora seco se convierte en "combustible fino muerto" que "arde a una velocidad de vértigo" y que con vientos de a partir de 20 a 40 kilómetros convierten los incendios en "una ola de fuego".
Un factor que podría disminuir este riesgo sería "si tuviéramos la fortuna de que cada 15 días en muchos sitios cayera una pequeña tormenta que volviera a humedecer el suelo", agrega el ingeniero técnico forestal, que reconoce los daños que estos episodios causan en los cultivos, si bien en términos de prevención de incendios forestales son "una bendición" porque el fuego "se entretiene un poco evaporando esa agua y no tiene la misma velocidad de propagación". En conclusión, González Pan retrata este año en una frase: "Un año que ha sido maravilloso para la primavera y que puede tener un altísimo riesgo en verano".
Con él coincide el meteorólogo de eltiempo.es Mario Picazo, que explica que "la primavera esencialmente lluviosa en muchas zonas ha sido positivo en algunos aspectos, porque tenemos unos recursos de agua increíbles, pero eso también ha hecho que prolifere la vegetación en muchas zonas. Eso potencialmente es gasolina para que, si hay condiciones atmosféricas propicias, se puedan propagar incendios con mayor facilidad", expone.
Otro factor que señala Picazo es la gestión del exceso de vegetación, un aspecto sobre el que advierte que "últimamente nuestra gestión forestal, no está siguiendo las pautas del clima en el que vamos instalándonos". En este punto, Picazo abunda en las condiciones atmosféricas que favorecen la propagación de las llamas: "Un intenso calor, por lo que estamos viviendo este mes de junio ya en muchas zonas, humedad muy baja, sequedad, y viento puntual pueden hacer que lógicamente el riesgo de incendios sea alto, o sea, que entramos en un verano potencialmente de alto riesgo de incendios en muchas zonas".
Picazo también añade a la ecuación las tormentas para recordar que estas pueden igualmente originar un incendio, pues no todos son provocados. "Estamos teniendo mucha actividad tormentosa en junio y dada la situación de los mares, tanto del Mediterráneo como del Atlántico, con temperaturas por encima de la media habitual, parece que se pueden generar tormentas con más facilidad de la habitual. Vamos a ver cómo se juntan todos los ingredientes".
Como contrapunto, Picazo señala que el bochorno que tantos agobios causa, consecuencia de la "tropicalización del clima de España", aporta, sin embargo, humedad al aire, un elemento "positivo" en la lucha contra los incendios, al revés que los vientos secos como el poniente en el Mediterráneo o los vientos del sur en el Atlántico.
Por su parte, Marcelino Núñez, delegado de la Aemet en Extremadura y experto en incendios forestales, apunta que "cuanto más se atrase" la llegada del calor veraniego, más tardará el agua del suelo en secarse, que es lo más beneficioso contra los incendios. De momento, dice, el suelo está "húmedo" y "no es un mal comienzo", al tiempo que agrega que "hay que esperar que no venga pronto la primera ola de calor y seque todo".
Balance de 2024
Otros años con menos agua acumulada, recuerda, "ya teníamos por estas fechas una ola de calor encima y estaba todo más reseco". Tras el "horrible" verano de 2022, "el peor en más de 20 años", la estación más calurosa en 2023 y 2024 no recogió malos datos en cuanto a incendios forestales se refiere, señala Núñez.
"El año pasado tuvimos un verano tórrido con unas condiciones ambientales favorables para que hubiera incendios, pero por a o por b, ya sea porque quizá no había tantísima vegetación como por ejemplo este año o porque de alguna forma se controló todo mucho mejor, no ocurrió", comenta Picazo.
La directora general de Protección Civil y Emergencias, Virginia Barcones, presentó el pasado mes de mayo el balance de la campaña contraincendios de 2024, cuando se registraron unas 47.711 hectáreas afectadas por incendios forestales, lo que representa menos de la mitad de la media del último decenio (103.918 ha) y la segunda cifra más baja desde 1971, solo superada por 2018. Se contabilizaron 6.134 siniestros forestales entre incendios y conatos, la cifra más baja desde 1983. Además, hubo cinco fallecimientos, cerca de 7.000 personas evacuadas y 306 personas detenidas o investigadas.
Se produjeron 16 grandes incendios forestales (GIF) -aquellos que afectan a más de 500 hectáreas-, que representaron el 35,09 por ciento de la superficie total quemada. Extremadura fue la comunidad más afectada con cinco, seguida de Andalucía y Castilla-La Mancha, con tres.
La campaña de 2024 fue "especialmente favorable" en cuando a conatos e incendios forestales. Según analiza González Pan, "las lluvias de abril de 2024 fueron una oportunidad fantástica para mantener la humedad del suelo. La meteorología fue favorable y, además, la eficiencia de todo el operativo contra incendios forestales fue extraordinaria".
El Consejo de Ministros del pasado 10 de junio aprobó el Plan de actuaciones de prevención y lucha contra los incendios forestales de 2025. El Plan, en el que participan diez ministerios, comprende medidas de anticipación, despliegue operativo y refuerzo estructural con más de 115 millones de euros, fundamentalmente, para trabajos preventivos y de limpieza.