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Mallorca tiene una calle y no está donde la esperas: así es el pequeño pueblo de Australia apodado 'la pequeña España'

Esta localidad se encuentra a unos 140 kilómetros de la ciudad de Perth, la capital del enorme estado de Australia Occidental

Tres momentos del vídeo compartido por el creador de contenido en TikTok | Foto: TikTok

| Palma |

En la Australia Occidental, a unos 140 kilómetros al norte de Perth, se esconde una pequeña localidad que desafía las expectativas geográficas. Se trata de Cervantes, un pueblo costero de apenas 480 habitantes que, contra todo pronóstico, alberga un sorprendente legado español. Sus calles, bautizadas con topónimos tan reconocibles como Mallorca, Sevilla o Barcelona, lo han convertido en un auténtico enclave hispano. Este peculiar asentamiento debe su nombre y su singular identidad a una fascinante historia marítima que se remonta al siglo XIX, vinculada indirectamente al célebre escritor Miguel de Cervantes Saavedra.

La génesis de este singular topónimo australiano se remonta a julio de 1844, cuando un barco ballenero estadounidense, bautizado como 'Cervantes' en honor al autor de 'El Quijote', navegaba por las aguas de la costa occidental australiana. Bajo el mando del capitán Sylvanus Gibson, la embarcación se encontraba anclada cerca de Thirsty Point, un cabo prominente en la zona. Sin embargo, un vendaval inesperado soltó las amarras del navío, provocando que embarrancara en unas islas cercanas, a escasos dos kilómetros del citado cabo.

Aunque los daños no fueron catastróficos, la lejanía de la civilización hacía extremadamente costosa su reparación in situ. Ante esta situación, el capitán Gibson tomó la decisión de subastar el barco. Como tributo a la nave y a su homónimo literario, las tres islas próximas a Thirsty Point fueron bautizadas como Islas Cervantes. La de mayor extensión, con 284 hectáreas, es conocida hoy como Cervantes del Norte, mientras que las otras dos reciben los nombres de Cervantes Media y Cervantes del Sur. Décadas después de aquel incidente marítimo, a mediados de la década de 1950, un grupo de pescadores decidió establecerse en Thirsty Point, atraídos por la riqueza de sus aguas.

Este asentamiento inicial sentó las bases para la fundación oficial del pueblo de Cervantes en 1962, adoptando el nombre de las cercanas islas. Fue entonces cuando sus habitantes, quizás inspirados por el origen del topónimo o buscando una identidad distintiva, comenzaron a nombrar sus calles con topónimos de diversas ciudades y regiones de España. Así, un trozo de la geografía española se materializó en el corazón de Australia, creando una curiosidad cultural y geográfica que perdura hasta hoy y que sigue asombrando a propios y extraños.

La historia de Cervantes, Australia, es un testimonio de cómo los eventos marítimos del pasado pueden moldear la identidad de un lugar. El ballenero «Cervantes», un navío de la época dorada de la caza de ballenas, no era un barco cualquiera. Su nombre, un claro homenaje al genio literario español, ya le confería una distinción. El incidente de julio de 1844, cuando un fuerte vendaval lo arrastró hasta encallar en las costas australianas, marcó un punto de inflexión. La decisión del capitán Sylvanus Gibson de subastar la embarcación, en lugar de intentar una costosa y compleja reparación en un lugar tan remoto, fue pragmática.

Sin embargo, el legado del barco trascendió su destino material. Las tres formaciones insulares cercanas al lugar del naufragio fueron bautizadas como Islas Cervantes, perpetuando así el nombre del navío y, por extensión, el del escritor español. Este acto de denominación fue el primer eslabón de la cadena que uniría a Australia con España de una manera tan inesperada. El verdadero nacimiento del pueblo de Cervantes como tal ocurrió mucho después. No fue hasta mediados de la década de 1950 cuando la zona de Thirsty Point, rica en recursos marinos, atrajo a un grupo de pescadores que buscaban nuevas oportunidades. Estos pioneros establecieron un pequeño asentamiento, que con el tiempo fue creciendo.

Finalmente, en 1962, se fundó oficialmente la localidad, y la elección de su nombre fue un reconocimiento directo a las cercanas Islas Cervantes. Este proceso de colonización y establecimiento es un ejemplo clásico de cómo las comunidades se forman alrededor de recursos naturales y cómo la historia previa del lugar, incluso si es un naufragio, puede influir profundamente en su identidad futura. Lo que realmente distingue a Cervantes y lo convierte en una curiosidad global es su particular callejero. Los fundadores y primeros habitantes del pueblo tomaron la decisión de nombrar sus vías con topónimos españoles, creando una atmósfera única.

Pasear por Cervantes es como hacer un viaje imaginario por la geografía ibérica, encontrando calles como Majorca, Seville, Malaga, Aragon, Cadiz, Evro, Corunna, Santander, Barcelona, Segovia, Huelva, Cordoba, Pamplona, Gerona, Valencia, Toledo, Catalonia, Andalusia y Biscay. Esta elección no solo es un guiño al origen del nombre del pueblo, sino que también refleja una conexión cultural inesperada y profunda. Es un testimonio de cómo la historia y la identidad pueden entrelazarse de formas sorprendentes, creando un «pequeño trozo de España» en un continente tan lejano.

La diversidad de los nombres de las calles abarca desde grandes ciudades y capitales de provincia hasta regiones históricas, ofreciendo un amplio espectro de la geografía española. Esta particularidad ha generado un gran interés, tanto a nivel local como internacional, y ha contribuido a que Cervantes sea conocido como la «pequeña España» de Australia. Es una muestra palpable de la riqueza cultural que puede surgir de encuentros fortuitos y decisiones creativas en la denominación de un lugar. La presencia de estos nombres evoca una sensación de familiaridad para los visitantes españoles y una curiosidad fascinante para el resto del mundo.

Más allá de su singularidad toponímica, Cervantes es un pueblo costero activo y vibrante. Su economía se basa principalmente en la industria pesquera, especialmente la langosta, que es una de las más importantes de Australia Occidental. La localidad atrae a turistas que buscan disfrutar de sus playas, sus aguas cristalinas y la tranquilidad de un entorno natural privilegiado. Se encuentra estratégicamente ubicado cerca de atracciones naturales de renombre, como el Parque Nacional Nambung, famoso por sus «Pinnacles», formaciones calizas que emergen de la arena creando un paisaje casi lunar. Esto lo convierte en una parada interesante para quienes exploran la espectacular Coral Coast de Australia.

La combinación de su historia única, su conexión española y su atractivo natural hace de Cervantes un destino digno de explorar. Los visitantes pueden disfrutar de actividades acuáticas, explorar los paisajes desérticos cercanos o simplemente relajarse y sumergirse en la atmósfera de este peculiar enclave. La infraestructura turística, aunque modesta, ofrece lo necesario para una estancia agradable, incluyendo alojamientos y restaurantes donde se puede degustar la fresca langosta local, un verdadero manjar. Es, sin duda, un lugar que ofrece una experiencia diferente y memorable en el vasto continente australiano.

La repercusión en redes sociales

La curiosidad de Cervantes no ha pasado desapercibida en la era digital. Recientemente, el creador de contenido australiano Corey, conocido en redes sociales como @coreyyy.exe, ha puesto el foco en este pueblo, compartiendo su asombro con miles de seguidores. En uno de sus vídeos, Corey expresaba su sorpresa: «No sé si todos los españoles ya saben esto de Australia, pero yo soy australiano y no lo sabía. Resulta que hay un pueblo en una región muy aislada de Australia occidental llamada Cervantes. ¿Quién vive aquí? Es como un enclave español perdido en medio de la nada. ¡A tomar por culo! Un momento, vamos a verlo en satélite. Ahí está». Esta reacción espontánea subraya el carácter insólito de la situación, incluso para los propios australianos.

La difusión de este tipo de contenido en plataformas como TikTok o Instagram demuestra el poder de las redes sociales para descubrir y popularizar «joyas» geográficas y culturales que de otro modo permanecerían en el anonimato para muchos. La sorpresa de Corey, al descubrir un «enclave español perdido en medio de la nada», es un sentimiento compartido por muchos al conocer la historia de Cervantes. Este tipo de viralización contribuye a aumentar el interés turístico y cultural por la zona, atrayendo a más personas a explorar esta fascinante conexión entre dos mundos tan distantes.

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