Llorenç Pou, director general de Model Econòmic i Treball del Govern de les Illes Balears, ve el vaso medio lleno. Está muy orgulloso de la bondad de los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo y de la respuesta fiscal expansiva ante la crisis provocada por la pandemia. Analiza los datos de demanda turística con gran atención, ya que influyen directamente en los niveles de empleo. No se muestra preocupado por la inflación ni por la deuda.
El pasado mes de junio tenáimos 523.089 trabajadores en la Seguridad Social, un 9,9% menos que en 2019. Había 62.749 parados, un 72,52% más que en 2019. Y además había 21.290 trabajadores en ERTE. Ahora, dígame que la situación económica de Balears es buena.
Estamos en una situación inédita. El Govern fue el primer gobierno autonómico que hizo una rueda de prensa en abril de 2020 para decir que sería un año muy difícil con una caída del PIB cercana al 30%. A partir de aquí, tomamos medidas para sacar los ERTE, que son una historia de éxito que nos ha permitido transitar. Hemos tomado medidas muy difíciles en términos de restricciones de movilidad y un plan de choque contra el paro. Los datos corroboraron que Balears fue el territorio donde más cayó el PIB en 2020 y ahora vemos que la situación empieza a mejorar, comienza a ser menos dura, pero somos concientes que es una situación inédita y compleja.
Tener 21.290 trabajadores en ERTE a finales del mes de junio, ¿cómo se explica?
Es la primera vez que ante una situación de crisis el Govern se dota de un instrumento para ayudar a empresas y trabajadores. Ante este problema, protegemos a 21.290 trabajadores y a sus empresas. Los mercados turísticos se están abriendo y la ocupación se va recuperando, pero todavía tenemos potencial. Este año es de paulatina activación del mercado turístico y de transición.
¿El mercado laboral recuperará en 2022 sus cifras de 2019?
El año 2020 fue inédito, 2021 es de transición, y 2022 esperamos que se acerque a una normalización de la economía. En esta normalización hay dos fases: un volumen de actividad alto -nos comparamos con 2019, que fue un año récord-, y que en 2023 las empresas que se han descapitalizado esperamos que normalicen sus balances y se acerquen a niveles preCOVID.
¿Y en el mercado laboral?
El proceso de las empresas es donde pivota la ocupación. La pregunta es si la economía en 2022 podrá volver a niveles de ocupación altos, y la respuesta es sí.
La previsión de crecimiento del PIB en 2021 es del 11,1%. ¿Se mantiene?
Los datos del primer trimestre están en línea con estas previsiones. Veremos el segundo y tercer trimestre, que son clave. A partir de agosto podremos decirlo. Vemos que Balears tiene capacidad muy alta de captación de mercado emisor alemán, la vacunación ha superado las expectativas en la predicción y esta capacidad de captación es suficiente para tener un 2021 con cifras razonables, así que va sobre las previsiones.
¿Lo peor de la crisis ha pasado?
Hasta que todos los trabajadores tengan una situación normalizada y se acaben los ERTE, no se habrá acabado. Es importante que, aunque hay que esperar unas semanas, todo hace indicar que todos los fijos discontinuos o prácticamente todos que estaban en ERTE, se han incorporado al trabajo. En mayo había 29 mil personas en ERTE; los fijos discontinuos no estaban, juntos sumaban 85 mil personas. Si no se hubieran incorporado al trabajo, el número de personas en ERTE habría pasado de 30 mil a 115 mil. Con los datos de junio, en lugar de subir, bajó. Así que prácticamente todos los fijos discontinuos se han incorporado a su puesto de trabajo.
Pero el 15% de hoteles todavía no ha abierto según la Federación Hotelera de Mallorca, y muchos establecimientos solo abren con parte de la plantilla.
Hay que considerar que no todos los trabajadores de hostelería son fijos discontinuos, hay una parte de temporales que son sobre los que pivota la flexibilidad.
¿Quiénes son los que están en ERTE todavía?
Una parte importante son de fuerza mayor, que tiene que ver con el sector turístico pero de sedes centrales, y sectores más minoritarios. Lo lógico es que se vayan reduciendo los trabajadores en ERTE.
Los trabajadores temporales hace dos años que no trabajan y no tienen ayudas.
El impacto de esta crisis sanitaria, trasladada al mundo económico, ha pivotado sobre los trabajadores temporales. La normativa laboral importa. Los indefinidos se han mantenido. Nunca había pasado que en una crisis no se despidiera a indefinidos. La crisis ha caído sobre los trabajadores temporales. Si hubiéramos tenido otra normativa laboral de menor precariedad, muchos de estos trabajadores habrían tenido prestación de paro. Es una reflexión sobre la reforma laboral que está en marcha.
¿Cómo debería ser?
Un 20% de los trabajos son temporales, y para cubrirlos se hacen millones de contratos por puestos de trabajo que son estructurales. Cuando un trabajador está enseñado y es productivo, lo cambias. A nivel agregado, es una pérdida de productividad. Los puestos de trabajo estructurales deben ser indefinidos y convergir a tasas de temporalidad europeas. Cuando hablamos de calidad, hablamos de estabilidad. Hemos visto que en junio, la ocupación ha crecido un 5,6% sobre el año pasado y los temporales que se habían quedado fuera están volviendo a los puestos que tenían.
¿Se ha abusado de los ERTE, por parte de empresas y de trabajadores?
Una empresa si tiene oportunidad de negocio, no renuncia a los recursos para generar actividad. Sin ERTE, los 152 mil trabajadores que han pasado por uno habrían sido despedidos. Los ERTE tienen la virtud de mantener la ocupación: las empresas tienen ayudas en las cotizaciones, no tienen que pagar salarios y cuando hay una reactivación, que no se sabe cuándo será, el empresario tiene el trabajador asegurado. Esto permite la activación inmediata. La tranquilidad que tenemos es que el Gobierno de España garantiza que habrá ERTE mientras sean necesarios.
La factura de la crisis y las ayudas, habrá que pagarla.
Había dos posibilidades: austeridad, como la Comunidad de Madrid, y la otra era apoyar la actividad. La diferencia entre esta crisis de origen sanitario es que es transitoria, y lo eficiente es sostener la economía.
¿Se puede cuantificar?
Es difícil, lo importante es que el Govern se ha volcado. El tejido económico está resisitiendo más y, por tanto, la reactivación será más rápida.
¿Le preocupan las empresas zombies?
El Govern monitoriza el tejido productivo. Las ayudas de 855 millones van a ayudar a las empresas con más dificultades, y todas las empresas de Balears con caídas en la facturación superiores al 30% se han podido presentar.
Esperaban que se presentasen 30.000 empesas y finalmente han sido 12.000.
Nosotros no sabemos la facturación de las empresas, sabíamos que el potencial era de 30.000. Hacemos una valoración positiva. Al final hemos flexibilizado las condiciones a todos los CNAE y además se incorpora que las empresas con pérdidas pero sin facturas pendientes han podido entrar. Las más afectadas tendrán recursos y una situación financiera más positiva para encarar la recuperación. Es una ayuda histórica. Queríamos que el dinero fuera para las empresas de aquí y que las empresas con mayor dificultad de acceso a mercados financieros, empresas y medianas, estuvieran priorizadas por el sistema de reparto. Intentamos mantener el tejido productivo.
Están a punto de llegar los fondos europeos.
Hay una Conselleria competente sobre fondos europeos y no me compete a mí. Sí puedo decir, en lo que refiere a modelo económico, que debemos suponer un antes y un después de estos fondos. El cambio climático, la digitalización… son cuestiones que demandan muchos recursos, que pueden ser posponibles, pero los fondos permitirán atacarlos de forma decidida. Dentro de la situación desgraciada de COVID, ha sido una buena excusa.
¿Debemos preocuparnos por la inflación?
Hay una preocupación por la inflación. Es un tema mediático porque debido a la apuesta de los gobiernos de soportar el tejido productivo, lo que provoca un endeudamiento importante. No es tanto la inflación como la manera como puede afectar a la política crediticia. Tanto el Banco de España como el Banco Central Europeo han marcado un cambio en su política: el 2% será más laxo y a corto plazo no es una preocupación per se. La inflación subyacente está en el 0,9%, que es importante. El crecimiento de los precios tiene su origen en las materias primas y la electricidad. No hay una presión de fondo en los precios.