El gobierno de Pedro Sánchez hizo frente a la pandemia sin sufrir un gran desgaste político gracias a la ciencia y a la ayuda rápida y efectiva de la UE, pero la inflación será mucho más difícil de manejar políticamente por los efectos sociales que genera a los sectores más vulnerables.
Por una parte, el cambio de registro de la política monetaria por parte del BCE tiene efectos colaterales indeseados para los países con una abultada deuda pública como es el caso de España (1,45 billones de euros a 31 de marzo). También Italia, Grecia y Portugal tienen idéntico problema. Los mercados ya se encargaron de ponerlo de manifiesto en el minuto uno en que Christine Lagarde anunció el incremento de tipos y el fin de la compra de deuda, al subir las primas de riesgo de Italia y España. Lo sucedido es una prueba palmaria de que los mercados desconfían de la solvencia de estos países.
Tampoco es fácil digerir para nuestro país, con un importante déficit primario, la receta del banco emisor de exigir a los estados de la eurozona, retomar la senda de la disciplina fiscal después del relajamiento a que obligó la pandemia del coronavirus.
Para los países endeudados del sur no existe otra alternativa en el corto y medio plazo que ser extremadamente rigurosos en el gasto para que el gap entre éstos y los países del centro y norte de la eurozona vaya disminuyendo para evitar de esta forma una nueva crisis de deuda, como en el 2012, que pueda poner en peligro la propia pervivencia del euro. Estamos hablando de palabras mayores y esta vez no está Mario Draghi al frente del BCE para afirmar que «haría cuanto fuera necesario para salvar el euro».
De momento, para «calmar» los mercados, la señora Lagarde rectificó y se apresuró en afirmar que, de forma transitoria, el BCE seguirá comprando deuda de los países del sur, pero esta solución no deja de ser «pan para hoy y hambre para mañana». La problemática actual del BCE es complicada porque la subida de tipos de interés, que es la política adecuada para frenar la inflación en los países del centro y norte de la eurozona, pone, si se me permite la expresión, a los pies de los caballos a los países del sur.
Nos esperan tiempos de una enorme incertidumbre y no podemos descartar en absoluto, según se vaya desarrollando el curso de la guerra, la temida estanflación. Desgraciadamente, la guerra de Ucrania está siendo letal para Europa. Inimaginable hace unos pocos meses.