Durante meses, los aliados occidentales han estado enviando miles de millones en sistemas de armas y municiones a Ucrania, con la urgencia de llevar los suministros a Kiev a tiempo para una contraofensiva en primavera. Mientras Rusia y Ucrania están concentradas en una intensa batalla por Bajmut, la ofensiva de primavera de Ucrania aún no ha comenzado, aunque casi todos los afectados por esta guerra se siguen armando. La paz que imperaba desde el final de la guerra fría que había alimentado superávits, equilibrando presupuestos y reservas, en espera del desarrollo de las simulaciones que anticipaban que el gasto mundial en defensa podría aumentar según los expertos entre $200 mil millones y $700 mil millones al año, o lo que es lo mismo, entre un 9% y un 32%. La culpa es de la geopolítica, especialmente de las consecuencias de la invasión rusa de Ucrania.
En este orden de cosas, Estados Unidos y China están involucrados en una carrera por la supremacía militar en Asia. Los países europeos se esfuerzan por cumplir el objetivo de la OTAN de gastar el 2% del PIB en defensa. Polonia apunta al 4% y quiere duplicar sus fuerzas armadas. El presupuesto de defensa de Japón aumentará en al menos dos tercios para 2027, lo que puede convertirlo en el tercer estado mayor gastador del mundo.
Sin embargo, para los gobiernos occidentales, encontrar dinero para armas no será fácil. Deben pagar los intereses de las deudas y hacer frente a presiones fiscales, que no existían en la década de 1980, como la necesidad de atender a poblaciones que envejecen y frenar el cambio climático.
Además, como en la época de la guerra fría, existe el riesgo de que se gaste dinero en equipos buenos pero exorbitantes en precio, gracias a la burocracia y el amiguismo. ¿Cómo obtener el mejor valor del gasto de defensa en la década actual?
La guerra de Ucrania ofrece algunos indicadores para fijar prioridades para nuestros gobiernos occidentales. La primera es determinar los stocks mínimos para mantener operativos los arsenales agotados e impulsar las fábricas que fabrican proyectiles y misiles; la guerra consume grandes cantidades de municiones. Ucrania ha estado disparando tantos proyectiles de artillería de 155 mm en un mes, como Estados Unidos puede producir en un año. En una guerra con China por Taiwán, Estados Unidos podría quedarse sin misiles antibuque vitales en cuestión de días. Las armas occidentales han demostrado su valor en Ucrania, y esta guerra debería ser un campo de experimentación para confirmar su funcionalidad, mejorando un sistema de acopio, demasiado lento y costoso. Space X, una empresa de satélites, ha roto el control de grandes y pesados rivales y ha reducido drásticamente el costo de poner objetos en órbita. Más empresas de Silicon Valley están ayudando con la fusión y el análisis de datos para crear «una máquina de matar»: una red de «sensores» y «tiradores» dispersos que es más poderosa que cualquier arma.
Finalmente, los países occidentales necesitan crear más de un mercado único para la defensa, que impulse las economías de escala y la competencia. Los estándares comunes que la OTAN puede ayudar a establecer son una parte de esto. Crear un mercado integrado significa resistir al proteccionismo. Europa perdió el tiempo por los intentos de Francia de excluir las empresas no europeas del plan de la UE para entregar proyectiles de artillería a Ucrania. En un mundo ingobernable, las democracias liberales deben descubrir que la mejor manera de reforzar la seguridad es abrazar la innovación, perseguir la eficiencia y la gestión numérica.