Las Artàsanes cumplen diez años. Son el claro ejemplo de que una crisis puede convertirse en una oportunidad. Y en este caso, además, bien aprovechada. La empresa Forn de sa Plaça se vio afectada por una severa crisis, que puso en jaque la supervivencia del negocio. Las galletas fueron la solución a una empresa que crece, siempre con los pies en la tierra. Forn de sa Plaça acaba de encarar una reforma en su nave para poder trabajar con mayor comodidad y poder aumentar la producción.
El Forn de sa Plaça nació en 1988 cuando Pep Navarro llegó a Artà con la idea clara de contar con su propio horno. Lo abrieron en la Plaça de s'Aigua y de ahí surgió el nombre de la empresa. «Era un horno tradicional. Con dedicación y esfuerzo incorporamos una nave industrial en el polígono de Artà. La proliferación del pan congelado nos perjudicó de forma importante y nos vimos afectados por una severa crisis. Emilio tuvo la idea de hacer las galletas Artàsanes, que poco a poco fueron abriéndose un hueco en el mercado», indica Pep Navarro y asegura que «conseguimos reinventarnos y aquí estamos, gracias a la capacidad de adaptación e innovación».
El proceso de cambio no fue fácil, puesto que supuso un giro radical a la empresa, que contó con alguna resistencia inicial por parte de los progenitores. Emilio tenía claro que, siempre que fuera posible, debían variar el modelo de negocio para poder disfrutar también de un tiempo de ocio de calidad. En todo caso, lo importante era conseguir que la empresa fuera viable.
Maria Peset Pons, responsable de empaque y almacén de Forn de sa Plaça, no tardó en incorporarse. Mientras que la segunda generación, formada por Maria, Antònia y Emilio Navarro Peset, se ha ido sumando a la empresa. Hoy, Maria es la responsable de contabilidad; Antònia es la encargada de recursos humanos, responsabilidad social corporativa y marca; mientras que Emilio es el encargado de producción y compras y el creador de las Artàsanes. La empresa, de carácter familiar, está formada hoy por cinco socios a partes iguales. «Hemos trabajado para organizarnos y saber cuál es el lugar de cada uno dentro de la empresa y separar el trabajo de la familia», asegura Maria Peset. La pyme, que cuenta con 16 trabajadores, está organizada en tres grandes áreas: fabricación, dirigida por Emilio; comercial, que tiene a Antònia como responsable, y financiera, que dirige Maria. Cuentan siempre con el apoyo de sus padres y también socios, Pep y Maria.
El Forn de sa Plaça comercializa diferentes galletas de aceite y dos tipos de gató (de almendra y de almendra y algarroba), que vende de 400, 850 y 1.200 gramos. El gató tradicional se elabora con almendra, pero Emilio quiso recuperar la algarroba como un elemento tradicional de la cocina mallorquina. De esta manera, lo introdujo con éxito en el gató.
SABORES. Las galletas de aceite se fabrican de diferentes sabores. En este sentido, además de las típicas de aceite, las hay sin sal, picantes, con sésamo, con pipas de girasol, de botifarró, y con cereales y semillas. Forn de sa Plaça vende también galletas de centeno y otras integrales de trigo. «Quisimos hacer unas galletas 100% naturales, sin conservantes ni colorantes, con aceite de oliva y veganas. Son muy crujientes, queremos que nuestros clientes las consuman lo más frescas posibles y, por tanto, llevamos un extricto control de calidad», afirma Emilio Navarro. «Lo más importante de las galletas es que no se escatime el aceite para su elaboración. Y que el aceite sea de oliva, evidentemente», indica Emilio.
Uno de los grandes éxitos de las Artàsanes son las galletes con sabor a botifarró. Curiosamente, no cuentan con el tradicional embutido entre sus ingredientes, sino que se consigue el sabor con las especias que se utilizan para su elaboración. «Llevan seis especies en proporciones diferentes, que fijamos después de numerosas pruebas», manifiesta Emilio. Sería fácil pensar que la llegada de las galletas con sabor a sobrasada, de esta manera, es inminente, pero no es tan sencillo. «Las especies que se utilizan para la sobrasada no son determinantes del sabor, sino que lo es la carne. Así, no está previsto por ahora que aparezcan las galletas con sabor a sobrasada», asegura Emilio.
Emilio Navarro es el responsable de fabricación, que no deja de investigar en busca de nuevos productos, de sabores diferentes, de texturas mejoradas... En este sentido, la empresa tiene decidido sacar al mercado en breve un nuevo producto, las Artàsanetes, galletas pero en pequeño formato, de un solo bocado. Las Artàsanetes pueden llegar al mercado a finales de verano y poco después saldrán las galletas dulces, que ya tienen definidas y que contarán también con algarroba.
Los productos de Forn de sa Plaça se distribuyen en comercios de Mallorca y también es posible adquirirlas en la página web, aunque de momento solo las envían a cualquier punto de Balears y el resto de España, pero no al extranjero. La distribución es fundamental para que el producto consiga la penetración adecuada en el mercado. Son los mismos repartidores de la empresa los encargados de reponer las galletas en una estantería para sus productos, que están disponibles en diferentes cadenas de supermercados. En este sentido, desde el Forn de sa Plaça insisten en que sus productos deben consumirse con prontitud, aunque la fecha de consumo preferente pueda prolongarse durante meses. La calidad es una norma transversal e inquebrantable, que afecta al proceso de producción, pero también al empaquetado, la distribución... La estacionalidad no afecta a la empresa, puesto que los consumidores de galletas son fundamentalmente mallorquines. «En los meses de verano notamos un incremento en las ventas de gató», indica Maria.
Entre los planes de futuro, tras el lanzamiento de las Artàsanetes, la empresa apuesta por consolidar su posición y continuar innovando para conseguir un crecimiento lento pero sostenido en el tiempo. «Hemos realizado una ampliación del obrador para poder asumir una mayor demanda y trabajar con más facilidad», concluye Antònia.