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Una temporada turística buena y atípica

El precio medio de los hoteles de Eivissa está entre los más altos del país. En paralelo, cae la estancia media y el aeropuerto de Eivissa no para de crecer en volumen de viajeros.

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Sensaciones buenas, pero al mismo tiempo algo extrañas es lo que está experimentando a estas alturas de temporada 2023 el sector turístico de Eivissa y Formentera. Y es que está «costando vender», pero también hay mucha gente y se están registrando buenos números, si bien es cierto que aún es pronto para hacer un balance completo de las cifras conseguidas. Las alarmas saltaron el pasado mes de junio cuando los datos de la encuesta oficial de ocupación hotelera que elabora la FEHIF cada mes reflejó que las Pitiüses consiguieron un 82,36% de ocupación del total de plazas, lo que representó una caída del 4,5% en comparación con el mismo mes del año pasado. El pasado mes de julio se volvió a experimentar una caída en la ocupación, pero menor pues descendió un 1,6% respecto a julio de 2022. En Eivissa, en julio el descenso fue del 1,7%, mientras que Formentera se mantuvo prácticamente invariable con una caída del 0,6% respecto a julio de 2022. En este punto cabe destacar, además, que según los datos del INE las pernoctaciones hoteleras cayeron cerca de un 5% en las Pitiüses hasta las 1.686.242 pernoctaciones frente a las cerca de 1,8 millones registradas en el mismo mes del año pasado.

En paralelo, estos descensos contrastan con la llegada de pasajeros al aeropuerto de Eivissa. Según los datos que proporciona Aena, el mes de julio se cerró con un récord de pasajeros al superar los 1,4 millones de viajeros en sólo ese mes, lo que representa un aumento del 6,8% respecto a julio de 2022. En el cómputo de año, de enero a julio, han transitado por el aeropuerto de Eivissa casi cinco millones de pasajeros (4.947.087 viajeros), lo que supone un espectacular aumento del 11,5% respecto a los primeros siete meses del año pasado. ¿Cómo se interpreta este baile de datos? José Antonio Roselló, vicepresidente de la CAEB en las Pitiüses, tiene claro que la temporada «está siendo buena», pero asume que hay caídas respecto al año 2022, que fue un año en el que se registró «el efecto catch up porque la gente tenía muchas ganas de viajar después de la pandemia de coronavirus. Parece lógico que ahora estemos viviendo la ‘resaca' de aquella situación y que no podamos esperar crecimientos tan continuados como los que hubo el año pasado». Resaltó, además, que hay cadenas hoteleras que no están en la patronal FEHIF y que están experimentando un buen verano, al tiempo que quiso reconocer que «hay dificultades para vender; está costando vender porque la situación del conjunto de Europa tampoco es que sea muy boyante y esto se tenía que acabar notando. Pero aún así estamos en unos niveles bastante altos».

Roselló también destaca una disminución de la estancia media: «Viene mucha gente, pero menos días. Incluso gente que viene de fiesta y no llega a dormir en ningún sitio en concreto». A esto se suma, por un lado, el impacto de la oferta ilegal de alojamiento y, por el otro, el nivel de precios de Eivissa. De hecho, los últimos datos el INE reflejan que en julio las Pitiüses fueron la zona turística del país con el precio por habitación más elevado de todo el país: 229,75 euros de media. En el caso de Mallorca, el precio medio registrado el mes pasado fue de 145 euros, mientras que en Menorca fue de 166 euros. «Hay, sin duda, un efecto precios. No se puede generalizar, pero en algunos segmentos Eivissa se ha vuelto muy cara. Como pasa en microeconomía, si te pasas con el precio, cae la demanda. Cuando pones precios tienes que saber el público objetivo al que te diriges. Puede que algunas cadenas hoteleras y restaurantes hayan hecho una gestión de precios que no sea realista», destaca Roselló. Esto no quiere decir, según precisa, que se deban bajar los precios: «Eivissa tiene que tener precios altos en general, pero no precios desbocados. Cada negocio debe tener claro el público objetivo al que se dirige porque si no te puedes estrellar», concluye Roselló.

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