Hace apenas unos años, los viajes a la carta estaban en su apogeo. La idea de ser tu propio agente de viajes era la norma. Las agencias de viajes parecían reliquias del pasado, y los paquetes turísticos de los turoperadores con su rigidez y previsibilidad, se veían como una opción conservadora. Sin embargo, el panorama está cambiando. En 2024, el paquete turístico volvió a reclamar su trono y la tendencia se ha mantenido este año.
La inflación, especialmente la de los servicios turísticos ha afectado el poder adquisitivo de los consumidores. En este contexto, la promesa de un precio fijo de los paquetes turísticos es un salvavidas para combatir la incertidumbre económica, también los acontecimientos inesperados, especialmente tras la pandemia han dejado una huella profunda. Las olas de calor históricas y los incendios forestales en destinos populares, han puesto de manifiesto la fragilidad de los planes de viaje. Los viajeros que habían reservado por su cuenta se encontraron con la difícil tarea de gestionar cancelaciones, cambios y devoluciones. En cambio, quienes viajaban con un paquete vieron cómo la agencia se encargaba de todo. Más allá del precio, el factor más importante que impulsa a los viajeros de regreso a los paquetes es la seguridad. La gente no quiere renunciar a sus vacaciones, sobre todo las familias con niños en edad escolar pero no están dispuestos a asumir el riesgo de perder su dinero si algo sale mal.
Aquí es donde entra en juego la protección al consumidor. La directiva europea sobre viajes combinados establece que las empresas deben proteger al consumidor ante posibles insolvencias, una garantía que simplemente no existe cuando se reservan vuelos y hoteles por separado con distintas compañías. Dicha normativa ha sido ya incluida en la legislación de los distintos países. Esta protección legal y financiera ha convertido a los paquetes turísticos en un refugio para los viajeros prudentes. Se ha pasado de una mentalidad de «hazlo tú mismo» a una de «deja que alguien lo haga por ti y te garantice que todo saldrá bien».
La industria se ha adaptado invirtiendo en tecnología y ahora ofrece una gran variedad de opciones personalizadas que combinan la comodidad de un viaje organizado con la flexibilidad de experiencias a medida. La idea de que el viaje organizado es sinónimo de falta de originalidad ha sido reemplazada por la percepción de que es sinónimo de tranquilidad y protección.