Síguenos F Y T I T R
Hoy es noticiaEs noticia:

El abuelo

|

Hace más de 40 años, en esta misma terraza, el abuelo dormía con un colchón apoyado contra la puerta de la recepción, por si algún cliente llegaba tarde. Era un pequeño hostal de ocho habitaciones y dos duchas compartidas. No había ordenador, ni reservas online, ni plan estratégico. Solo trabajo, intuición… y hambre de hacerlo bien. La empresa familiar cuenta hoy con tres hoteles. Acaba de llegar el mayor de sus nietos, recién incorporado. Están solos. Frente a frente, un café en la mesa y mucho por decir.

- ¿Te acuerdas de esta silla?
- No. ¿Por qué?
- Porque fue la primera que compré para el hostal. Me la vendieron de segunda mano y costaba menos que el miedo que tenía.
- No lo sabía.
- Claro que no. ¿Cómo ibas a saberlo? Tú naciste cuando ya teníamos el segundo hotel.
Nunca viste el colchón en el pasillo, ni la fregona detrás del mostrador.
- Pero siempre lo he valorado, abuelo.
- Lo sé. Pero no se trata de valorar. Se trata de entender el significado.
Cuando levantas algo con tus manos, lo sientes distinto. No lo ves como negocio. Lo ves como parte de ti mismo.
Silencio. El nieto mira hacia el mar. El abuelo también.
- Y dime… ¿te hace ilusión estar aquí? ¿De verdad?
- Sí, claro. Mucha. Solo que... impresiona un poco.
Es como entrar en una historia que empezó antes de que yo supiera escribir.
- Bueno. A mí también me dio vértigo. Y eso que no tenía nada. Ni historia, ni ahorros. Solo un colchón, un sueño... y una mujer que creyó más que yo.
- ¿Tienes miedo ahora?

El abuelo tarda en responder. Sorbe del café frío. Lo deja en el platito con cuidado.
- Sí. Pero no por mí. Tengo miedo de que el turismo se vuelva humo. De que la gente venga solo por la foto. Tengo miedo de que la gestión lo devore todo y se olvide por qué abrimos la puerta cada mañana.
- ¿Y qué quieres que haga yo?
- Que no lo olvides. Que modernices lo que haga falta… pero no negocies el alma. Que escuches al cliente, sí. Pero que escuches más a tu gente. Y sobre todo… que no vengas a trabajar aquí para cuidarme a mí. Sino para cuidar esto cuando yo ya no esté.
El nieto baja la cabeza. Traga. El silencio no incomoda. Es respeto.
- Lo haré, abuelo. Pero a mi manera…
- A tu manera seguro que está bien. Siempre que no sea con prisa. Ni por herencia. Sino por amor.

Sin comentarios

No hay ningún comentario por el momento.

Lo más visto