El vicepresidente del Govern y conseller de Presidència, Antonio Gómez, avivó ayer un fuego político en el Parlament que, a la larga, puede afectarle directamente y trastocar su aparente papel de figura clave del Ejecutivo. Llamó «tránsfuga» y «ladrón de voluntades» al exdiputado de su partido Antoni Pastor, ahora en el PI, y puso en peligro los tímidos canales de aproximación que el presidente Bauzá ha decidido abrir con el actual partido del también alcalde de Manacor.
Después del pleno, el presidente Bauzá pidió disculpas a Pastor. Le dijo que no sabía que Gómez iba a responder así y, según el relato del diputado y otros testigos presenciales, afirmó que esa forma de actuar no iba con él. Gómez, en una conversación posterior con este diario, dijo que no se sentía desautorizado y que no había pensado en dimitir.
Fue el colofón de un tenso pleno -el último del actual periodo de sesiones- en que el PP, únicamente con sus votos (y la ausencia de toda la oposición, que abandonó el salón de sesiones para «no participar en este golpe a la democracia», según la socialista Armengol) sacó adelante la polémica Ley de Símbolos, que impide colocar lazos y otros distintivos que no sean la bandera autonómica, y que PSIB y MES presentan como «una ley mordaza» que devuelve la política a los tiempos del franquismo e instaura «la censura previa».
Muestrario de símbolos
El pleno fue, desde el primer momento, uno de los más tensos que se han celebrado en este periodo de sesiones. La oposición, ante la imposibilidad física de introducir banderas de tela en la sesión (la presidenta les pidió que no lo hicieran), se las ingenió para convertir el debate en un muestrario de símbolos, banderas de cartón y de gestos. Un diputado, Nel Martí (MES), subió a la tribunal y estuvo casi tres minutos en silencio y exhibiendo un cartel. Dijo que con el silencio también se puede protestar y llamó a la «resistencia».